Ciudad de México, 2 ag. (AMEXI).- ¿Sabías que por ser adulto debes anteponer los derechos de los menores de 18 años a los tuyos, que el Estado y toda la sociedad debe protegerlos y que el maltrato infantil en México con frecuencia lo cometen servidores públicos así como encargados de servicios en cualquier lugar?
Una investigación de la UNAM alerta sobre el aumento de este grave problema social.
Además, datos del Fondo de Naciones Unidas para la Atención de la Infancia indican que México es el segundo país en el mundo donde se cometen más agravios en contra de menores de edad.
El mayor número de menores de 18 años se han visto afectados o relacionados en casos de violencia doméstica, explotación sexual infantil, desapariciones, migración y crimen organizado, asegura Carmen Gabriela Ruiz Serrano.
La especialista de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) menciona que en México la violencia es estructural y atenta contra el desarrollo integral de las infancias, al tiempo que alienta la pobreza.
El maltrato infantil es cualquier forma de abuso o desatención, daño físico o afectivo, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otra índole que pueda ir en perjuicio de su salud, desarrollo o dignidad, explica.
Problemática
Es urgente retomar el cuidado y la vigilancia sobre los menores, además de la relación ética entre madre e hijos, en redes de apoyo social y contextos comunitarios con escenarios de seguridad, alerta la especialista.
Agrega que en México, indica, 40 millones de personas tienen 18 años o menos, y la mitad vive en pobreza. Asimismo, nueve de cada 10 indígenas no pueden ejercer derechos fundamentales.
Especifica que en el ámbito doméstico ocurren atropellos, omisión de cuidados, negligencia o abuso corporal como medida de crianza.
Refiere que la violencia mediante exclusión de menores la cometen incluso autoridades oficiales, y pone como ejemplo el sistema escolar Cecytem, del Estado de México.
En esos centros educativos, a pesar de que la ley establece que debe aplicarse todo el respaldo para evitar la deserción escolar, se expulsa a los alumnos que no asisten o incumplen debido a alguna enfermedad.
Ese tipo de esquemas son recurrentes, los aplican los profesores y son promovidos o tolerados por directivos de los planteles.
También en programas de apoyo del gobierno
En México existen esquemas que el gobierno promueve para que estudiantes de bachillerato realicen prácticas en empresas, y en muchos casos los menores sufren exclusión cuando intentan realizarlas.
Así ocurrió el 30 de abril en el Club 51, ubicado en la Ciudad de México, propiedad del empresario Fernando Aramburu Pandal.
Representantes de la empresa Appian desarrollaban una conferencia de prensa con el tema de la Inteligencia Artificial (IA).
Ulises Isunza e Israel Martignon fueron los representantes de Appian; acudieron periodistas invitados y con ellos un estudiante de prácticas. Pero personal de Aramburu Pandal le impidió el acceso “por ser menor de edad”.
Gabriela Sandoval, de la agencia Porter Novelli, responsable del evento y que ostenta una rubrica contra la exclusión, se negó a cumplir su deber para que el joven estudiante realizara su práctica.
Consecuencias negativas
La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989 establece que los Estados miembros deben adoptar medidas para proteger a los infantes de toda forma de violencia, abuso o explotación.
La Organización Mundial de la Salud estima que cada año 40 millones sufren algún tipo de violencia en el ámbito familiar, y destaca que esa situación les causa sufrimiento.
En el largo plazo, también tiene consecuencias negativas en su salud física y mental, además de que mina su desarrollo cognitivo y social.
«Es un grave problema social que daña en todas las esferas, debido a que perpetúa ciclos de agresión y limita el potencial de las generaciones futuras», dice Ruiz Serrano.
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Refiere que gran parte de actos de ese tipo los perpetran cuidadores o personas que tienen alguna relación con la niña, el niño o el adolescente.
Es indispensable impulsar programas de máximo cuidado, para lo cual pueden aprovecharse prácticas de protección colectiva que se llevaban a cabo desde épocas prehispánicas.
«En la época de los aztecas, niñas y niños eran considerados seres de luz. Cuando una mujer estaba embarazada, todo el clan la protegía y cuidaba, bajo la premisa de que los infantes eran una especie de conectores con las diferentes deidades», finalizó Ruiz Serrano.