Con un llamado a reconstruir el tejido social y abatir la criminalidad en México, así como a trabajar por la paz y la justicia para tener en 2031 una digna celebración del quinto centenario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez, encabezó la Misa del Yucateco.
Unos ocho mil fieles se trasladaron en transporte terrestre desde Mérida hasta la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, para participar, como cada año, en la misa dedicada a los devotos yucatecos.
Fieles asistentes, como cada año
Desde temprana hora, millares de fieles se congregaron en el atrio para esperar al arzobispo de Yucatán, así como a los obispos auxiliares Pedro Sergio de Jesús Mena Díaz y Mario Medina Balam, además de 20 sacerdotes que participaron en la misa anual dedicada a los fieles provenientes de las Tierras del Mayab.

La Arquidiócesis de Yucatán informó que también los titulares de las arquidiócesis del país se unieron en el culto y devoción a la Emperatriz de América, además de conjuntos de trovadores y jaraneros con sus vestuarios tradicionales.

En su homilía, Gustavo Rodríguez tocó el dedo en la llaga: “En esta ocasión, nos unimos a todas las diócesis de México para continuar pidiendo porque vuelva la paz a nuestra Patria.

Diariamente los noticieros nos hablan de nuevos hechos de violencia, de los asesinados, los heridos, los desaparecidos y de las miles de familias que sufren por esta causa”, apuntó.
Recientemente, expuso, hemos visto algunos signos de presencia del crimen organizado en nuestras tierras, y una gran preocupación nuestra son los niños, adolescentes y jóvenes que son tentados por la droga que se distribuye en cada municipio y en cada comisaría de nuestra Arquidiócesis.
“Esto acrecienta la responsabilidad de nuestras autoridades y de cada parroquia, pero la principal preocupación ha de ser de cada familia y de cada escuela, y hasta de los mismos niños, adolescentes y jóvenes que se han de proteger unos a otros”, anotó.
La auténtica devoción mariana
El arzobispo calificó como una enorme contradicción que alguien se diga devoto de María y lleve su imagen, mientras asesine, robe, abuse en cualquier forma de sus hermanos y hermanas, o cometa toda clase de fraudes, corrupción o injusticia.
“Una devoción mariana que no nos lleve a Jesús, que no nos conduzca a amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, no es una auténtica devoción mariana”, advirtió.

Sin embargo, asentó que “no hemos terminado de construir la casita sagrada que nuestra Madre desea, una casita donde todos habitemos como hermanos, donde haya justicia, paz y oportunidades para todos; una casita de la que nadie se vea obligado a escapar en busca de una vida mejor en otro país”.
La Arquidiócesis de Yucatán informó que se utilizaron unos 45 autobuses para el traslado de los creyentes, además de un sinnúmero de vehículos particulares, como parte de la magna congregación organizada tanto en la explanada como en el interior de la Basílica de Guadalupe.







