Cartas de un migrante
Desde los éxodos hasta las caravanas migratorias
Por Fernando Morán
D esde su origen, la humanidad ha estado en un proceso de migración constante. Esto ha sido producto de los cambios climáticos, la búsqueda de mejores condiciones de vida y, en especial, por la alimentación. En la medida en que los seres humanos fueron asentándose y estableciendo comunidades, comenzaron otro tipo de migración. En este caso, de manera forzada, a causa de las guerras, las conquistas, el comercio, la religión y la etnicidad.
El discurso actual y el olvido histórico
De manera curiosa, se pretende presentar a la migración como un “problema” que ocurre en la actualidad, tratando de borrar las páginas de la historia y, con ello, de las demás ciencias que describen los cambios que ha tenido la humanidad a lo largo de su evolución y desarrollo. Esto, desde luego, sirve para buscar culpables y ponerlos como los causantes de los males que aquejan a las grandes naciones. Así se olvida que muchas de ellas se construyeron y hasta llegaron a ser potencias precisamente por el trabajo de los migrantes. Un ejemplo de lo anterior fue el Imperio Romano, que llegó a tener un gran territorio. Basta ver los mapas en los que se mostraba su extensión y hasta dónde llegaban sus dominios, y compararlo con lo que es hoy día.
La dolorosa situación que ocurre actualmente en el Medio Oriente nos transporta a los orígenes de los fenicios. Además de sus cualidades, nos aportaron la cultura del vino —el cheren, como ellos lo llamaban—, desde su producción, con sus técnicas de cultivo y elaboración, hasta su utilización en rituales. Sabemos que para los cristianos el vino representa la sangre de Jesucristo. También sabemos que, en estos últimos meses, se está llevando a cabo un derramamiento de sangre que, además, ocasiona el éxodo de la población. El significado de la copa de vino como un pacto, es decir, como el acuerdo y el contrato entre dos partes, es necesario y, sobre todo, urgente.
Aztlán, Tenochtitlan y el imperio mexicano
Volviendo a los orígenes de los desplazamientos, no debemos olvidar que la edificación del gran imperio mexicano se debió a una migración y no a una peregrinación proveniente desde Chicomóztoc (el lugar de las siete cuevas, en náhuatl). Desde que salieron del lugar mítico de Aztlán (el lugar de las garzas) hasta asentarse en Tenochtitlan (el lugar de la tuna de piedra), lo que hoy en día es la Ciudad de México.
Así fue como la gran capital de la República Mexicana, además de otras ciudades, lograron un gran crecimiento. Este se debió, principalmente, al centralismo y a la concentración de fuentes de trabajo. Cuántos de nosotros no tenemos a alguien de nuestra familia que provenga de algún lugar de lo que conocemos como provincia.
Por otra parte, en tiempos de la Revolución Mexicana y de la Guerra Cristera también hubo un éxodo de la población. Huían de la leva y de la persecución religiosa. Muchas comunidades indígenas también han sido víctimas del desplazamiento y del olvido gubernamental. Desde luego que en el presente y desde las altas tribunas se exacerba a los pueblos originarios, transformando sus usos y costumbres de tal manera que solo se les exhiba como tales, pero sin resolver el abandono del cual son víctimas hace siglos.
Caravanas migratorias: el que regresa y el que nunca se fue
La consigna es hablar de los migrantes, pero de aquellos que se fueron principalmente al norte, de quienes “abandonaron” su tierra para ir en busca del sueño americano. Desde luego, el discurso omite las contribuciones que hacen mediante las remesas y las “derramas turísticas” que realizan en sus visitas a su tierra natal. Hace poco tiempo se les otorgó el derecho a votar desde el extranjero, pero los trámites consulares siguen siendo burocráticos.
La migración no es nueva para los mexicanos ni para gran parte del mundo; sin embargo, en estos tiempos está atravesando por un punto de inflexión. A pesar de haber sido gobernados antidemocráticamente por muchos años, si algo bueno tuvieron las administraciones del pasado fue su política exterior, la cual brindó asilo y cobijo a gente de otros pueblos, especialmente a los españoles y a miles procedentes de los países latinoamericanos.
Hoy se requiere que se le brinden oportunidades a quienes, en contra de su voluntad, están de regreso en su tierra. Hay que hacer posible el “sueño mexicano”, en el que los compatriotas puedan alcanzar la prosperidad, el éxito y la movilidad social. Para eso necesitan un trabajo que les brinde la oportunidad de tener alimentación, casa, educación, recreación y una vida digna. Eso no significa ignorar ni olvidar a quienes continúan con su duro sacrificio en la búsqueda del sueño americano.
Desigualdad persistente y caravanas migratorias
Y mientras continúe la desigualdad social, seguirán arribando las caravanas migratorias desde el sur. Son personas procedentes de pueblos hermanos vulnerables que, además de las situaciones políticas, sufren fragmentación familiar, discriminación, trata, tráfico y la imposibilidad de acceder a sus necesidades básicas.