Mientras el discurso oficial de la 4T insiste en que “no habrá impunidad”, Claudia Sheinbaum ha delineado un patrón claro de defensa institucional para figuras clave de Morena que enfrentan denuncias por corrupción, violencia de género o censura. Su estrategia no es improvisada: es un manual no escrito que busca blindar al movimiento político sin renunciar al discurso ético.
A 10 días de su primer año de gobierno, la mandataria ha tenido que responder a múltiples escándalos que involucran a miembros cercanos de su partido. Gobernadores acusados de censura, funcionarios señalados por corrupción y aliados bajo sospecha han obligado a la presidenta a encontrar un equilibrio entre la ética pública y la lealtad política.
Sin embargo, lejos de tomar distancia, Sheinbaum ha optado por una ruta consistente: una defensa discursiva, institucional y estratégica que se repite caso tras caso.
1.- Cuestionar al acusador
Cuando se reveló la acusación contra Cuauhtémoc Blanco por presunto intento de violación, la jefa del Ejecutivo Federal centró su respuesta no en los hechos, sino en la figura del fiscal Uriel Carmona, a quien calificó como “corrupto”. En el caso de las supuestas demandas de amparo presentadas por los hijos del expresidente López Obrador, la mandataria sugirió que se trataba de una operación de desprestigio orquestada.
La lógica es simple: si el acusador pierde credibilidad, la acusación se desactiva políticamente.
2.- Separación de poderes como escudo
Ante cada señalamiento, Sheinbaum repite que “corresponde a la Fiscalía” o al “Poder Judicial” investigar, deslindándose de decisiones políticas activas. En el caso de Ariadna Montiel, secretaria del Bienestar señalada por legisladores de su propio partido, Sheinbaum no intervino administrativamente, sino que reforzó su respaldo público con frases como: “Es una mujer extraordinaria”.
El discurso de no intervención permite proteger a los suyos sin asumir responsabilidad directa.
3.- Apoyo sin pausa, pero condicionado al debido proceso
En ningún caso ha suspendido, separado o sancionado a los señalados antes de una resolución judicial. Aunque repite que “no habrá impunidad”, la presidenta evita actuar preventivamente, incluso cuando hay presión pública o fracturas internas en Morena.
Mientras tanto, la presunción de inocencia se convierte en una herramienta de respaldo institucional.
4.- El proyecto por encima del individuo
La presidenta suele enmarcar las acusaciones como ataques al movimiento de transformación, no solo a las personas. Al defender a los señalados, lo hace en nombre del “proyecto”, generando la percepción de que criticar a un funcionario de Morena es criticar a toda la 4T.
¿Defensa estratégica o tolerancia selectiva?
Este estilo ha generado tensiones internas y externas. Grupos feministas han acusado a Morena de proteger a agresores, como en el caso de Blanco. Periodistas han denunciado censura por parte de gobernadores morenistas, mientras el gobierno federal afirma que hay “la mayor libertad de expresión en la historia”.
Además, se genera una disonancia narrativa: mientras Sheinbaum promete un gobierno transparente y sin complicidades, protege políticamente a aliados acusados, y evita responder con la misma firmeza que exige a sus adversarios.
El riesgo del silencio selectivo
El estilo Sheinbaum busca evitar fracturas internas, blindar al movimiento y mantener la narrativa de continuidad con López Obrador. Parece tener una respuesta: no romper, al menos no públicamente. Defender, sí. Pero siempre con la bandera de la legalidad, del debido proceso, del respeto a las instituciones. A veces es suficiente. A veces, no.
Pero con cada defensa pública sin consecuencias reales, se erosiona la promesa de cambio profundo.
Lo cierto es que, si su promesa de transformación es real, tarde o temprano tendrá que enfrentar un dilema mayor: ¿proteger al movimiento o depurarlo? Porque, aunque el silencio político funcione a corto plazo, a la larga puede sonar demasiado parecido a la complicidad.
En tiempos donde la ética política es bandera de campaña, el silencio selectivo puede convertirse en ruido para el futuro de su gobierno.