Ciudad de México, 10 de jun (AMEXI).- El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una habilidad impresionante para moldear los temas que aborda, de manera tal que al bueno lo vuelve malo, al malo lo vuelve bueno, aunque los hechos demuestren quién es quién.
Este lunes, el primer mandatario celebró que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) haya decidido volver a las aulas y terminar con sus protestas, pero el magisterio aún no termina ni sus acciones ni su plantón afuera de Palacio Nacional. Si bien esto podría después de su reunión del martes, el presidente ya terminó mediáticamente con la protesta.
El presidente dijo que en su administración no se habrá de reprimir a nadie, pero el martes pasado, los maestros fueron agredidos por policías afuera de Palacio Nacional, incluyendo a la secretaria general de la Sección 22 de la CNTE, Yenny Aracely Pérez, quién minutos antes participó en la reunión con AMLO; la maestra denunció la represión que sufrió de las autoridades.
Mantuvo el compromiso de no represión hasta las elecciones
A lo largo del sexenio, fue notoria la preocupación del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por no afectar su aceptación entre la población y de mantener su discurso de que en este país hay libertad de expresión.
Pero hay una diferencia muy grande entre el discurso que mantiene todos los días muy temprano en su conferencia y lo que realmente sucede. Casos para demostrarlo hay muchos, pero justamente llamó la atención uno muy puntual que se dio sólo dos días después de los comicios.
Dos semanas antes de que llevarse a cabo el proceso electoral, el magisterio disidente, el agrupado en la CNTE declaró un paro nacional indefinido y llegó a instalarse en plantón frente a Palacio Nacional, justo como medida de presión para que se resolvieran sus demandas, luego de varios años de desmovilización.
Dos semanas de manifestaciones sin policías hasta las elecciones
En dos semanas, se vio cómo los maestros en la Ciudad de México resistieron dos mareas, la Rosa y la Guinda, los cierres de campaña de las candidatas a la presidencia Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez; en dos semanas, los maestros cerraron avenidas importantes como Circuito Interior, tomaron el Aeropuerto internacional de la capital del país, marcharon por diversas avenidas.
Las acciones se replicaron en otros estados del país donde los maestros tomaron edificios públicos, aeropuertos, casetas, distribuidoras de gasolina y mucho más.
En todo ese tiempo se mantuvo el compromiso de que no habría represión. Incluso, a diferencia de otras movilizaciones en la Ciudad de México, no hubo envío de policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana como se hace en manifestaciones en ciertos puntos de la ciudad.
No hubo nada de eso, hasta pasadas las elecciones. A penas el 4 de junio, mientras los representantes de la CNTE se reunían con el presidente, afuera los policías confrontaban a maestros de la Sección 22, que se manifestaban porque otros maestros en Oaxaca también enfrentaban a un grupo de choque presuntamente enviado por el gobierno del estado. El saldo de ello, fueron 7 maestros heridos en la capital del país, y otros más en la entidad oaxaqueña en donde hubo heridos de bala.
Fue muy claro, el cambio de las acciones pero no del discurso, porque las autoridades y el Presidente siguen argumentando que no hubo represión y que al contrario, fueron los maestros o quizá infiltrados quienes provocaron las agresiones.
Para mucha gente que sólo escucha el presidente, la CNTE es la mala, el gobierno el bueno; para otros, el gobierno es el malo y los maestros los buenos, pero sólo los hechos, dicen quién es quién.