
Y apareció el desaparecido. Luego de varios días de que el flamante coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado de la República, Adán Augusto López Hernández, digamos que se autoborró de la escena política porque quedaron expuestos los vínculos de quien fuera su secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, con el grupo delincuencial “La Barredora”, el senador del partido Morena tuvo a bien esconderse, se comenta en los corrillos políticos, presuntamente en la mismísima sede de la Cámara Alta, según se dice todavía a la fecha, que porque donde está la senadora morenista Andrea Chávez, está el exsecretario de Gobernación. ¿Será?
El caso es que en la octava sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Morena, hizo su triunfal reaparición el exsecretario de Gobernación. Llegó más delgado, hasta ojeroso y con una actitud que evidenciaba que lo que en realidad quería hacer era regresarse por donde había llegado; sin embargo, la cúpula del partido guinda planeó la estrategia a seguir con el coordinador morenista una vez que la bomba estalló, así que no quedó de otra.
Y como las divisiones en el instituto político guinda están a la orden del día, a su llegada, López Hernández recibió también algunas rechiflas. Es más, no fueron pocos los que se resistieron a gritar “¡no estás solo!”, cuando el sonorense Alfonso Durazo anunció su presencia en el cónclave morenista.
Como prueba de lo anterior está lo que el ahora flamante militante de Morena, Manuel Espino, subió a sus redes al calificar de “tonto”, por ponerlo en términos suaves, al coordinador de los senadores del oficialismo.
En dicho Consejo Nacional, las diferencias se profundizaron aún más porque pese al respaldo por consigna, Adán Augusto fue ubicado hasta la orilla del presídium, como si nadie de sus correligionarios quisiera estar junto a él. Además, se esperaba que abordaría en la tribuna el escándalo en el que está inmiscuido, que diera alguna explicación y no fue así; únicamente a su llegada hizo una referencia de que se trataba de “politiquerías” en su contra. Nada más le faltó agregar que Felipe Calderón era el culpable de todo.
ALCALDE DEFIENDE A ADÁN AUGUSTO Y ANDY AUSENTE
Lo curioso es que la líder del partido Morena, Luisa María Alcalde, advirtió a sus correligionarios que su instituto político no protegerá a militantes corruptos. Claro, esto lo dijo Alcalde porque en el transcurso de la semana que concluyó, el principal “dolor de cabeza” del exgobernador de Tabasco quedó fuera del partido guinda y es lo preocupó más que la ficha roja que le giró la Interpol, pero entonces, ¿López Hernández quedó exculpado por la bendición y supuesto cobijo que los morenistas le dieron el fin de semana?
Porque es indudable que el “excaballo negro” de López Obrador en la famosa carrera de las “corcholatas” quedó por lo menos embarrado en este escándalo y la prueba más fehaciente es que el antecesor de la presidenta Claudia Sheinbaum decía que el presidente estaba obligado a estar enterado de todo lo que sucedía a su alrededor y lo mismo opera para los gobernadores; por eso, López Hernández no puede salir con que él no sabía nada de lo que hacía uno de sus hombres más cercanos.
Ahora habrá que ver si el senador López Hernández retoma su vida pública y se apersona en la sesión de la Comisión Permanente, donde la oposición, PRI y PAN, le volverán a pedir explicaciones de este escándalo que, por cierto, aún dista de terminar y quién sabe si a favor del coordinador morenista.
Lo que tampoco dejó de causar sorpresa entre los militantes del partido Morena que acudieron a su Consejo Nacional fue el gran ausente Andy López Beltrán, que estaba más que obligado a acudir especialmente si tomamos en cuenta que es el secretario general del partido, pero en realidad, vendría siendo algo así como el “susurro tras el trono”, por lo que Luisa María Alcalde Luján estaría nada más de adorno y encabezando las encendidas defensas de aquellos militantes que, como Adán Augusto López, por lo menos se embarran de lo que ya se conoce como “corrupción guinda”.
Bueno, no hay que olvidar que a Andy no le gusta que le digan Andy, pero ese no es motivo para que se esconda, ¿o sí?