Ciudad de México, 11 ago. (AMEXI).- La depresión infantil es un trastorno grave que se agudizó durante y después de la pandemia. En la mayoría de los casos pasa inadvertido para los familiares, es difícil de diagnosticar por los médicos debido a que generalmente no se presenta solo y viene con otros padecimientos como déficit de atención, ansiedad o problemas de conducta, lo cual con frecuencia genera confusión.
La Secretaría de Salud (Ssa) señala que más de 50% de los trastornos mentales en la edad adulta iniciaron en la niñez y la adolescencia.
La especialista de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Karla Suárez Rodríguez, comentó que la depresión infantil presenta síntomas que se conocen como internalizantes, relacionados con cuestiones cognitivas y emocionales, con aislamiento y la soledad, están tristes, se apartan de amigos y se enojan con facilidad.
También bajan rendimiento escolar, tienen falta de concentración, mala conducta y lloran en exceso. En servicios de psicología y paidopsiquiatría de hospitales regionales del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) ocupa entre 35% y 40% de los motivos de consulta de infantes y adolescentes con incidencia entre 13 y 17 años.
La depresión infantil se relaciona con problemas con amigos, acoso escolar, presión académica. También influyen conflictos familiares.
El ISSSTE estima que entre 60% y 80% de infantes diagnosticados con depresión moderada o grave tienen antecedentes familiares de trastornos afectivos. Entre 7 y 11 años, además disminuye el interés por el juego, aumento o bajan de peso notorios y dolores de cabeza, musculares o síntomas sin explicación médica.
En los adolescentes, los síntomas incluyen el no querer vivir, tienen desesperanza, ideas de muerte e incluso intentos suicidas.
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Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que en 2022 las tasas de suicidios en menores y adolescentes de 10 a 14 y de 15 a 19 años fue de 2.1 y 7.7 por cada 100 mil, respectivamente y aumentaron con respecto de 2017.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportan que uno de cada siete menores de 10 a 19 años padece alguna alteración de cognición, emociones y comportamiento.
La OMS estima que 3% de la población infantil sufre depresión. Hasta antes de la pandemia 5% de la población en el mundo padecía algún grado de ese trastorno, mientras que la prevalencia en menores y adolescentes era de 2.6%, cifras que crecieron de manera significativa durante y después del confinamiento.
Un estudio publicado en https://www.mipsalud.com/depresion-infantil/ por especialistas precisa síntomas de tipo depresivo en menores: desórdenes emocionales, estados de tristeza y de ansiedad, además de fragilidad emocional y llanto fácil; tristeza, sin ánimo y con poca energía; dolores de cabeza y estomacales; aburrimiento y desinterés en actividades que antes le gustaban, así como aumento o una pérdida de apetito y desórdenes en el sueño.
Otros signos de alerta son bajas en autoestima y en tolerancia a la frustración; en rendimiento escolar, con menos atención y concentración; irritabilidad y menos comunicación.
Es un trastorno mental con estado de ánimo decaído, pérdida del placer o desinterés por actividades cotidianas en largos periodos, tristeza, sentimiento de culpa, falta de placer, baja autoestima, alteración en sueño y apetito, señaló Suárez Rodríguez.
Expuso que pueden tener un origen genético y por factores socioambientales que causan estrés crónico: “Cuando los papás pelean de manera permanente o hay una situación de violencia y maltrato en los hogares”.
También pueden originarse debido a constantes insultos a los menores o que se les dice que son inútiles, tontos o que no hacen bien las cosas, a un divorcio que no logran procesar o a la pérdida de un familiar o una mascota, por lo que abandonan la escuela y se refugian en el alcohol o drogas.
El especialista mencionó que constantemente están desempleados y tienen serios problemas para sostener relaciones de pareja estables.
Suárez Rodríguez consideró que para detectar a tiempo los síntomas lo más importante es mejorar la comunicación con los menores, dedicarles tiempo de calidad y observar su comportamiento cotidiano. Lo más recomendable es acudir con los profesionales de la salud.