Por Diana García.
Ciudad de México, 16 Abr. (AMEXI).- “Lo voy a ir a buscar”, me dije. “Pero ¿a dónde?” (…) “¡Al café de Tacuba!” Y ni siquiera conocía ese café, Nachita, sólo lo había oído mentar.
La culpa la tienen los tlaxcaltecas (1964) es un cuento de Elena Garro donde la escritora incluye un personaje llamado Laura, que dice desconocer el café. Y cómo Elena no iba a incluir un café tan emblemático dentro de su universo narrativo, si en el siglo XX fue el café “de moda” visitado por personalidades como Agustín Lara y Porfirio Díaz, esto lo ha consagrado como un clásico, visitado en la actualidad por personalidades como el expresidente Felipe Calderón.
Este café abrió sus puertas en 1912 y se encuentra en la emblemática calle Tacuba, si se observa el edificio del otro lado de la calle, saltan a la vista un par de puertas de madera en medio de dos ventanales; un retrato sencillo y simétrico al clásico estilo colonial que adorna las calles del Centro Histórico, pero que no dice mucho de lo que encontrarás al interior, un sitio barroco que aprovecha hasta la última esquina para decorarla con talavera y pinturas.
El Café de Tacuba un inspiración en la historia
Entre las paredes de esta casona del siglo XVII existe una inmensa armonía adornada muy al estilo mexicano tradicional: escaleras de madera rústica por aquí, vitrales y mosaicos por allá, jarrones, candelabros y pinturas acompañan la estancia del visitante.

Al mirar con detenimiento los cuadros, salta a la vista que precisan cierta antigüedad, y con razón, pues la mayoría son cuadros de arte novohispano como " La niña en traje rojo", un retrato de José de la Borda o una Virgen del Rosario del siglo XVII, de José Rodríguez Carnero.
Por otro lado, se encuentra el cuadro de 1946 de Carlos Gonzáles, que recrea la invención del mole y del chocolate.
En el menú pueden leerse la variedad de platillos disponibles, desde tamales, enchiladas, antojitos mexicanos y carnes, además de sus especialidades, entre las cuáles está la lengua de res a la vinagreta o Vizcaína, los chiles rellenos de queso o los panuchos estilo Tacuba o de cochinita pibil.
Puedes vivir la experiencia de visitar el café por tu propia cuenta de lunes a domingo y presenciar personalmente un pedazo de historia de la Ciudad de México.







