Por Mariana Reyes.
Ciudad de México, 20 Sep (AMEXI).- En el corazón de la gastronomía mexicana, el pozole ocupa un lugar privilegiado, especialmente en el estado de Guerrero. Este platillo, que ha trascendido épocas y generaciones, es una de las especialidades más emblemáticas de la región, y durante el mes patrio, se convierte en un elemento esencial de esta celebración.
El pozole tiene una historia ligada a los orígenes prehispánicos de México, con el maíz como ingrediente fundamental. Este cereal ha sido la base de la alimentación desde tiempos ancestrales, y el pozole, derivado del náhuatl «Pozolli» que significa espumoso, mezclaba maíz cacahuazintle con agua. Su consumo, en épocas antiguas, se repartía entre los gobernantes y la población indígena.
En Guerrero, el pozole ha adquirido características únicas. Una tradición que destaca es la costumbre de consumirlo los jueves, conocida popularmente como los “jueves pozoleros”. Según relatos, esta práctica comenzó en la montaña de Guerrero, donde las comunidades recolectaban los restos de las cosechas no utilizadas para compartirlas en una gran comida comunitaria. La costumbre se volvió una celebración semanal de solidaridad, manteniéndose hasta el día de hoy.

El pozole guerrerense: tradición culinaria y patrimonio nacional
Otra versión histórica remonta el origen del pozole guerrerense a un acontecimiento trascendental: el «Abrazo de Acatempan» en 1821, donde Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide celebraron su encuentro con un banquete en Teloloapan. Se cuenta que en esa ocasión se sirvió un platillo especial a base de maíz, que posteriormente se enriqueció con carne de cerdo, transformándose en el pozole guerrerense que conocemos en la actualidad.
Cada región de Guerrero tiene su propia interpretación del platillo. En las costas del estado, por ejemplo, se elabora el famoso pozole verde, que se distingue por sus ingredientes como tomates verdes, epazote y pepita de calabaza. Este pozole se acompaña de una variada selección de botanas, que incluye desde tacos de requesón y chiles rellenos de queso hasta chalupitas de pollo, tostadas y chicharrón. Todo esto, acompañado con un buen mezcal guerrerense, crea una experiencia gastronómica inigualable.
En busca de preservar esta tradición y fomentar el desarrollo económico local, la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (CANIRAC) de Ixtapa-Zihuatanejo ha propuesto establecer el cuarto jueves de julio como el “Día del Pozole Guerrerense”. Esta iniciativa busca fortalecer la identidad cultural de la región mediante festivales y muestras gastronómicas que atraigan a turistas nacionales e internacionales.

Hoy en día, el pozole sigue siendo un símbolo de unidad y tradición. Durante las fiestas patrias, no hay mejor ocasión para degustar este platillo icónico. Los principales destinos turísticos de Guerrero, como Acapulco, Taxco e Ixtapa-Zihuatanejo, esperan a los visitantes no solo con sus paisajes y tradiciones, sino también con el inconfundible sabor del pozole. Sin duda, este platillo sigue siendo un tesoro gastronómico de México.