Quizá no es tan ruidosa como una carcajada, pero una sonrisa también tiene el poder de reducir el estrés, de transformar el estado de ánimo, un momento y quizá una vida, la propia y de quienes nos rodean.
Sin importar si no es una sonrisa digna de una obra de arte como las de Leonardo Da Vinci, de Andy Warhol o de Yue Minjun, reír levemente y sin ruido, como define la Real Academia de la Lengua a este acto de expresión facial tiene muchos beneficios al cuerpo, porque libera endorfinas y serotoninas, hormonas que nos hacen sentir más felices, menos estresados y mejorar nuestro estado de ánimo.
Como cada primer viernes de octubre, que este año cae en el día 3 del mes, se celebra el Día Mundial de la Sonrisa, fecha que Harvey Ball, creador del símbolo iconográfico Smiley Face o Carita Feliz, proclamó en 1999 para “ser feliz y llevar alegría a otros, aunque sea por un día”.
Dependiendo de la expresividad, para sonreír se utilizan de 12 a 43 musculos de la cara, desde los que rodean la boca (grupo bucolabial); los cigomáticos mayor y menor, que elevan las comisuras de la boca; el risorio, que ayuda a ensanchar la sonrisa, hasta los orbitarios y orbiculares, que involucran a los ojos.
Para muchos profesionales de la salud, sonreír no sólo tiene que ver con endorfinas y serotoninas, pues también fortalece el sistema inmunológico y cardiovascular, genera conexiones, ayuda a mejorar la autoestima y las interacciones sociales.
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