Luis Carlos Rodríguez
El mensaje fue claro desde Palacio Nacional y desde el Rancho La Chingada: Francisco Garduño, el optometrista y carcelero responsable, por lo menos administrativamente, de la muerte de 40 migrantes en el incendio de un albergue en Ciudad Juárez, es un mal necesario para el Segundo Piso de la 4T y para Donald Trump.
Prácticamente exonerado por un juez que no permitió un juicio público, la presidenta Claudia Sheinbaum, le dio también un espaldarazo al dejarlo en su cargo como titular del Instituto Nacional de Migración, pese a tener un proceso penal por la muerte de 40 migrantes durante el incendio en una estación de Ciudad Juárez.
Durante la conferencia matutina del lunes 27 de enero, argumentó que habrá un periodo largo de transición en el instituto, tras las políticas de EU sobre la deportación de migrantes, por lo que el exgobernador de Puebla Sergio Salomón Céspedes no ha tomado posesión del cargo como titular de la dependencia.
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Expuso, en defensa del funcionario que ha dicho que “duerme tranquilo” después de la tragedia, que en estos momentos la migración es un tema “muy delicado”, y no quiere que “la buena experiencia” tenga “una falta de coordinación con el nuevo equipo”.
Es decir, para el nuevo gobierno mexicano la muerte de 40 migrantes que fueron encerrados en un albergue y que nadie les abrió a pesar de las suplicas y gritos, significa una “buena experiencia” de dicho funcionario durante el mandato de López Obrador.
“Por eso decidimos que hubiera un periodo de transición largo, donde se conozcan todos los procesos. Y, al mismo tiempo, estamos trabajando en una mejora integral de Migración”, agregó Sheinbaum.
Por lo pronto, Francisco Garduño, seguirá gozando de su nada despreciable salario de más de 145 mil pesos mensuales, pero sobre todo de la libertad con el espaldarazo judicial y del gobierno mexicano. Tal Cual.
