En México cada vez hay menos jóvenes que se dedican a actividad del campo, tanto agrícola como pecuarias, lo cual afecta a la población rural y la producción en general, señalan expertos de la UNAM.
Los especialistas precisan que la población que vive en las zonas rurales de México cada vez depende más del trabajo asalariado que de la producción agropecuaria lo que provoca cambios en los hábitos alimenticios.
Hay muchos lugares en el campo donde persiste un déficit con respecto al consumo de kilocalorías recomendado.
“Existe una alimentación deficitaria en la cuarta parte de la población rural, que no alcanza a cubrir los niveles mínimos. En especial la nutrición infantil es un problema».
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Cambios notables se registran en el campo
El investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, Felipe Contreras Molotla aseguró que son notables los cambios que se registran en el campo en México.
Indica que estos cambios son tanto en las ocupaciones como en los modelos alimentarios y en la conformación poblacional y social.
“La seguridad alimentaria de los hogares del campo mexicano sigue teniendo como sustento relevante el autoconsumo, aun así, cada vez menos jóvenes se dedican a la actividad agrícola y va en aumento la incorporación de productos ultraprocesados en su dieta”.
Los cambios también afectan a las mujeres; hay mayor fecundidad y migración

En el trabajo de investigación que hace el experto señala que desde la firma del entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte se desincentivó la producción en México.
“Vemos que se presenta en el sistema de empleo y autoempleo en hombres y también en la población femenina”, agregó.
En términos reales, comparando los años 90 y las épocas recientes, el ingreso es distinto, y no alcanza para cubrir las mismas necesidades.
Refirió que en el país más de 26 millones de personas (es decir, 21 de cada 100) conforman la población en localidades menores de dos mil 500 habitantes, de acuerdo con información del Censo de Población y Vivienda 2020.
En el territorio nacional se contabilizan 185 mil 243 poblaciones rurales. En ellas la tasa de fecundidad es mayor, pero también el proceso migratorio es intenso.
Al respecto, el investigador de la UNAM menciona que recientemente en la sierra norte de Oaxaca, donde realizó trabajo de campo, se observa, por ejemplo, que hay territorios que se están quedando sin jóvenes porque se van a estudiar o trabajar a otros sitios.
La población campesina está por debajo de la línea de pobreza
Contreras Molotla dijo que además de lo anterior, en la población campesina las familias que están por debajo de la línea de pobreza, a pesar de tener a varios integrantes laborando no logran salir de esa condición.
Sin embargo, poseer tierra y mantenerla productiva tiene una ventaja en la seguridad alimentaria porque cuentan con comida sin depender del mercado.
Y en el caso de las mujeres jóvenes que participan en el ámbito laboral, solamente 30% tiene acceso a servicio médico.
“Ellas tienen un nicho específico en la agroindustria, es decir, la selección y empaque de productos; son asalariadas, incluso reciben algunas prestaciones sociales.
”La población femenina que tiene un trabajo remunerado adquiere un estatus distinto en el hogar y en la comunidad: podría ser un principio de ventaja”, explicó.

Las mujeres del campo quieren estudiar el bachillerato.
La educación media superior resulta significativa. Hay mujeres que no quieren permanecer en los espacios rurales, por las actividades que ahí realizan, o por la situación de violencia.
En este punto señala que los estudios de bachillerato les permiten a las mujeres migrar y continuar su formación académica, como ocurre en localidades de Sinaloa, por ejemplo.
Dijo que, aunque las sociedades rurales dependen cada vez más del trabajo asalariado, eso muchas veces no incluye:
- Seguridad social
- Servicios médicos o vacaciones
- Hay precarización de esas actividades ocupacionales
Descenso en el consumo de la dieta tradicional
Asimismo, menciona que en el medio rural se presenta un descenso en el consumo de la dieta tradicional, conformada por maíz y frijol, leche –recomendada para la población infantil– y carne de res y cerdo debido a su alto costo.
Esa proteína de origen animal es sustituida por huevos y carne de aves, en el caso de tenerlas en el traspatio.
Otros alimentos frescos, como frutas y verduras también se han encarecido y, por ello, son sustituidos por alimentos ultraprocesados de menor costo.







