Aunque no tuvo la infancia deseada y quizá tampoco celebró el Día del Niño como habría deseado, Saúl “Canelo” Álvarez logró el aprendizaje y la disciplina que ahora lo tienen en la cima del mundo.
Este miércoles se celebra en México el Día del Niño y Canelo, el boxeador más importante de México en los últimos años, cumplió el sueño que tenía desde temprana edad.
Aunque para llegar a la cima del pugilismo la disciplina fue vital, algo que aprendió desde muy pequeño.
Con una infancia complicada por momentos, Canelo Álvarez aprendió el valor del trabajo desde los 5 años.
Ayudaba a su padre Santos Álvarez en el negocio de las paleterías y así comenzó la productiva vida de Canelo.
“Le ayudaba a mi papá a hacer las paletas, a hacer las nieves, a surtir todas las paleterías. También me subía a los camiones a vender paletas”, dijo Canelo en una entrevista con DAZN hace un par de años.
“Me siento orgulloso de eso porque me enseñó a trabajar, a ser responsable y desde los cinco años le ayudo a mi papá”, añadió.
Como a muchos niños, no le gustaba la escuela. Prefería otro tipo de actividades, pero el trabajo era primordial.
Fue a los 7 años cuando ya se subía a los camiones a vender paletas y ayudar en la economía de su familia, y también para ganarse unos pesos.
“Quizás no tuve la infancia que cualquier niño pudiera tener, pero la verdad me siento muy contento porque siento que no soy normal y no vine a ser normal en este mundo”, añadió.
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Día del Niño: Canelo Álvarez cumplió el sueño de su infancia
Y así como soñaba con ganar mucho dinero y cumplir los sueños de su madre, tenía que encontrar la manera de hacerlo.
Y el boxeo fue el camino. Al inicio comenzó a practicarlo para defenderse de los niños que lo molestaban en la escuela.
Pelirrojo y con pecas, Canelo fue blanco de algunos apodos y tuvo que aprender a defenderse.
Pero cuando Saúl tenía 10 años y su hermano Rigoberto, el mayor de todos, le regaló unos guantes de box, ahí se marcó el destino de Canelo.
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Su hermano sabía que Canelo sería boxeador y no paletero, le brindó todo su apoyo y el pequeño niño tapatío ya tenía marcado su destino.
Quizá no tuvo la infancia que hubiera deseado y tampoco celebró el Día del Niño como muchos, pero sí tuvo las enseñanzas que ahora lo tienen en la cima del mundo.
Comenzó su carrera como boxeador a los 15 años. Ya no era un niño el día que le pagaron 800 pesos por pelear.
Ahora, con 34 años y múltiples logros, ganará cerca de 80 millones de dólares por una pelea este fin de semana contra William Scull y se consolida como la cara del boxeo.