Ciudad de México, 14 abr (AMEXI).- “No puedes participar”, le respondieron cuando mandó la solicitud de participación en el Maratón de Boston, que se corre mañana en su edición 128.
Katherine Virginia Switzer nació el 5 de enero de 1947 en Amberg, Alemania y de niña fue llevada por sus padres a vivir a los Estados Unidos de América.
A los 20 años de edad entrenaba con el equipo masculino de campo traviesa de la Universidad de Siracusa, porque los equipos femenino intercolegiales no existían en aquellos años.
“Las mujeres no pueden correr más de una milla y media de forma competitiva”, era el concepto de los hombres de aquellos años y de los organizadores del Maratón de Boston.
Las consideraban frágiles e incapaces para correr los 42 kilómetros y 195 metros, pero Switzer llegó a un acuerdo con su entrenador, de realizar entrenamientos largos para estar lista.
KV Switzer, su registro
Lo consiguió y su entrenador llenó el formulario con las letras K, de Kathrine, y V, de Virginia y el apellido Switzer, y como no había la opción de poner mujer, pues quedó como hombre y pagó sus tres dólares de inscripción.
Ella recibió el número 261 y se convirtió paralelamente en histórico en la lucha de las mujeres, por tener su espacio en los maratones.
El día de la carrera vistió una sudadera clara y sobre ella colocó el dorsal 261, aquel 19 de abril de 1967, inició la prueba, ella feliz de la vida entre los hombres y sin que nadie le dijera algo, cruzó los cinco kilómetros sin novedad.
En el transcurso del sexto kilómetro se acercó al camión que transportada reporteros y fotógrafos y también iba Jock Semple, director del maratón, quien se percató que corría una mujer.
Semple quiso sacarla a empujones
Furibundo se bajó del camión y fue hacia la mujer con la intención de abrazarla, empujarla y retirarla de la competencia al grito de “sal de mi carrera, devuélveme el dorsal”.
Su entrenador la defendió y su novio Thomas Miller, un exjugador de futbol americano, aplicó una jugada a Semple y ella continuó.
“Me asusté y lo primero que me pasó por la cabeza fue alejarme lo más rápido posible de él. No permití que el miedo me detuviera”, contaría después.
Cruzó la meta en cuatro horas y 20 minutos y se convirtió en la primera mujer en el mundo en participar de forma oficial en un maratón, pues su número así lo decreta. Así rompió un techo de cristal de los hombres.
«Bobbi» Gibb
Ese año corrió también Roberta “Bobbi” Gibb, aunque sin número y terminó por delante de Switzer. Gibb compartió que también participó en 1966 y sin dorsal.
Cinco años después aceptó oficialmente el Maratón de Boston la participación de la mujer, debido a los desafíos de ellas y a la creciente inscripción de las damas en otros maratones en el mundo.
La estampa de Semple al tratar de sacar a empujones a Switzer de la carrera está incluida en el libro Las 100 fotografías que cambiaron el mundo.
Ella ganó el Maratón de Nueva York en 1974 y fue segunda en el de Boston en 1975.
Por su influencia fueron incluida las mujeres en la prueba de maratón en los Juegos Olímpicos Los Ángeles 1984.