Ciudad de México, 23 mar (AMEXI).- Propiedades.com realizó un estudio en el que identificó el diferencial entre el valor de mercado de las propiedades, y el precio emocional que el propietario le asigna para venderlas.
Lo anterior, con el objetivo de identificar el sobreprecio emocional que se aplica en el mercado inmobiliario en la Ciudad de México (CDMX).
El precio emocional es el valor que un consumidor le asigna a un producto o servicio, basándose en sus emociones y sentimientos, más allá de su valor objetivo o racional.
Este valor emocional puede estar influenciado por diversos factores, como experiencias y recuerdos personales.
De acuerdo a Propiedades.com el precio de una vivienda se puede incrementar hasta 15% el valor de los inmuebles.
La identificación de este sobreprecio emocional es importante, ya que puede extender la permanencia de las propiedades en venta en el mercado.
Por ende, afecta el dinamismo del sector y generando frustraciones entre los participantes.
El sobreprecio emocional se comporta diferente dependiendo del rango de precio de la propiedad. Los inmuebles más económicos presentan una diferencia significativa entre su precio comercial y su valuación emocional.
En este sentido, las propiedades con un valor inferior a 2 millones de pesos tienen una brecha de entre 4% y 15% de incremento de su valor comercial.
La antigüedad también influye en esta brecha, los inmuebles más antiguos, con más de 20 años de antigüedad, muestran un mayor sesgo emocional en su precio, con una diferencia estimada entre 5% y 10% por encima del valor comercial.
En el estudio, se identificó que de todos los tipos de inmuebles, la tipología de casas que tienen un tamaño de entre 50 y 150 metros cuadrados y un rango de precio entre 900 mil y 1.5 millones de pesos, presentan el sesgo emocional más grande en valor, generando un sobreprecio de entre 11 y 15%.
Contrariamente, los inmuebles más costosos y de gran tamaño, superando los 200 metros cuadrados y con precios de venta superiores a los 3.5 millones de pesos, muestran un sesgo emocional notablemente bajo, o incluso, en algunos casos, nulo.