¿Violencia de género y alcohol? Una bomba de tiempo
La relación entre el consumo de alcohol y la violencia de género ya no es una hipótesis: es una emergencia silenciosa que crece sin freno. Hombres de entre 23 y 40 años, de bajo nivel educativo y adictos al alcohol o drogas, reúnen el perfil del agresor. Detrás, hay hijos, familias enteras y comunidades que repiten un ciclo ancestral de abuso.
Nueve de cada 10 mexicanos están preocupados por el vínculo entre alcohol y violencia, y no es para menos. México arrastra una bomba de tiempo que combina consumo problemático de alcohol, normalización de la agresión y ausencia de un marco legal sólido. El problema ya no es sólo médico o familiar, sino una crisis de salud pública.
Aunque no hay un patrón único, especialistas de salud mental coinciden: el perfil más común del agresor es un hombre de entre 23 y 40 años, con bajo nivel educativo y consumo recurrente de alcohol u otras drogas. La violencia no distingue clases sociales, pero sí se alimenta de la impunidad, la desigualdad y la desatención institucional.
La violencia empieza en casa… y en el expendio más cercano
Según la Secretaría de Salud, alrededor de 20 millones de mexicanos tienen un consumo problemático de alcohol. Pero el daño no termina en el hígado: la violencia de pareja, el maltrato infantil, las agresiones sexuales y hasta los accidentes viales tienen una conexión directa con el consumo de bebidas alcohólicas.
El entorno familiar suele ser el primer escenario de esta violencia. Padres o tutores con consumo crónico generan ambientes inseguros, donde niños y adolescentes heredan no solo patrones de conducta, sino vulnerabilidades estructurales. Y el problema crece. México es hoy uno de los países con más muertes relacionadas con accidentes de tránsito vinculados al alcohol.
Una preocupación nacional: lo dice RESET, lo grita la calle
La encuesta nacional RESET lo confirma: nueve de cada 10 personas en México están preocupadas por los efectos de la violencia ligada al consumo de sustancias. La percepción no es paranoia, sino una reacción lógica a las historias cotidianas de mujeres golpeadas, adolescentes en urgencias por intoxicación, y familias rotas por agresores que vuelven a casa sin consecuencias.
Además, el estudio “La relación del alcohol y la violencia en México”, realizado por la Red de Acción sobre Alcohol (RASA), recopila testimonios de profesionales que trabajan en salud mental, prevención de violencia y atención a poblaciones vulnerables. Instituciones como UNEME-CECOSAMA, LUNA y SERAJ identifican que quienes buscan atención —por salud mental, violencia o consumo— no siempre reconocen su problema.
Publicidad, impunidad y pobreza: el triángulo perfecto
Entre los principales factores de riesgo detectados por especialistas están:
- Alta densidad de puntos de venta de alcohol, que elevan el riesgo de consumo excesivo.
- Publicidad constante, normalizadora, y muchas veces dirigida a jóvenes.
- Falta de regulación efectiva, con municipios donde las leyes son letra muerta.
Los datos son contundentes: donde hay más expendios de alcohol, hay más violencia. En zonas con mayor densidad de venta, el riesgo de consumo excesivo mensual se eleva 1.3 veces, y el de consumo semanal hasta 1.9 veces, según el informe de RASA.
Propuestas viables: del control de venta a la justicia especializada
Especialistas y profesionales del país coinciden en que solo un enfoque integral puede enfrentar esta emergencia:
- Crear una ley nacional de control del alcohol que unifique políticas y cierre la dispersión normativa entre municipios.
- Regular horarios y puntos de venta e incrementar impuestos.
- Elevar la edad mínima para consumo a 21 años y restringir la publicidad y patrocinios de bebidas alcohólicas.
- Implementar programas de capacitación en violencia y adicciones, dirigidos a escuelas, justicia, policías y centros de salud.
- Fortalecer redes de atención para víctimas y agresores, dotándolas de presupuesto y personal capacitado.
- Regulares redes sociales para proteger a menores de la exposición a alcohol y drogas.
Las evidencias son claras: hay un vínculo causa-efecto entre el consumo de alcohol y la violencia de género. Solo un abordaje normativo, preventivo y educativo, alineado con la OMS, la OPS y la iniciativa RESET, podrá reducir la tremenda carga de muertes, lesiones y huellas psicológicas que millones de familias mexicanas llevan consigo.
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Opciones de política pública para reducir la violencia, de acuerdo con especialistas.
Propuestas para reducir la violencia asociada con el consumo de alcohol:
- Políticas públicas para regular la disponibilidad del alcohol.
- Regulación de horarios y puntos de venta de alcohol.
- Formulación de leyes que eviten que se puedan abrir puntos de venta en cualquier sitio. Prohibición de la publicidad, promoción y patrocinio.
- Aumento a tasas de impuestos al alcohol.
- Aumento de la edad mínima legal para el consumo a 21 años.
- Incremento de la vigilancia a los comercios que venden bebidas alcohólicas, para evitar venta a menores de edad.
- Prevención de la violencia y del consumo de sustancias a través de programas preventivos institucionales en las escuelas.
- Creación de redes institucionales que puedan permitir la adecuada canalización de niñas, niños y adolescentes con problemas de violencia y consumo de sustancias dotadas con presupuesto y personal capacitado.
- Programas de prevención y atención de la violencia, la salud mental y el consumo de sustancias dirigidos a poblaciones vulnerables como personas sin hogar, comunidad LGBTI+, migrantes, etc.
- Tratamiento de los problemas de salud mental y rehabilitación para las personas agresoras.
- Políticas públicas dirigidas al sistema de justicia. Capacitación a los agentes de la ley y los ministerios públicos.
- Simplificación de las denuncias.
- Reducción o eliminación de la corrupción en el sistema de justicia, y protección a la víctima durante el proceso judicial.
- Políticas que regulen el contenido de las redes sociales, para evitar la exposición de contenido relacionado con alcohol y drogas en los menores de edad.
- Es necesario promover una ley que regule a nivel nacional el control del alcohol, ya que actualmente existe un caos regulatorio entre leyes, reglamentos y bandos municipales que no se cumplen
Deben ser integradas con las recomendaciones de organismos internacionales como la OMS, la OPS y la iniciativa RESET. El propósito es contribuir a reducir la carga de enfermedad y muerte asociadas al consumo de alcohol.
Consulta: La relación del alcohol y la violencia en México