¿Los plásticos provocan cáncer? El riesgo oculto en objetos cotidianos
No es un dato aislado, es una alarma encendida: cada dos horas muere una mujer en México por cáncer de mama, y muchas veces esa enfermedad es, también, consecuencia de que vivimos rodeados de plásticos invisibles.
Recipientes, juguetes, tuberías, textiles, cosméticos, biberones. Están en todas partes. Los usamos, los tocamos, los calentamos, los dejamos al sol. Pero pocos se preguntan qué contienen, cómo actúan sobre nuestro cuerpo o si su exposición prolongada puede enfermarnos.
No es exageración. Algunos de esos objetos liberan sustancias tóxicas capaces de alterar nuestro equilibrio hormonal, provocar inflamación celular y, en casos extremos, favorecer el desarrollo de cáncer de mama, una enfermedad que mata en promedio a 13 o 15 mexicanas cada día, según datos oficiales.
Un enemigo discreto: el bisfenol A (BPA)
Detrás de este problema hay un nombre técnico: bisfenol A (BPA). Es un compuesto químico utilizado para fabricar ciertos plásticos y resinas. Es omnipresente: se encuentra en envases de alimentos, botellas reutilizables, utensilios de cocina, biberones y cosméticos.
La doctora Mariana Segovia Mendoza, investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, advierte que el BPA imita el comportamiento del estrógeno, interfiriendo con los sistemas hormonales humanos. A estas sustancias se les llama disruptores endócrinos, y su potencial cancerígeno no es nuevo, pero sí cada vez más evidente.
“El contaminante vuelve más irregulares a las células, promueve inflamación constante y puede reclutar incluso células del sistema inmune. No solo afecta a las células cancerosas, sino que altera el entorno completo”, explica la especialista.
Así entra en tu cuerpo… y no lo sabes
El BPA y otros compuestos similares penetran el organismo de distintas maneras: al ingerir comida caliente en envases plásticos, al inhalar partículas desprendidas de cosméticos o textiles, o por contacto directo.
Incluso una botella de agua olvidada en el auto puede convertirse en un riesgo. Al calentarse, el recipiente libera aditivos tóxicos que son absorbidos por los depósitos de grasa corporal. Desde ahí, comienzan a alterar funciones celulares.
La exposición prolongada, combinada con otras condiciones como obesidad o diabetes, puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama, una enfermedad que afecta a una de cada ocho mujeres en el mundo, de acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer.
La epidemia plástica y sus consecuencias invisibles
La doctora Segovia insiste: esto no es solo un tema de salud individual. La contaminación por plásticos es un problema global, con impactos ambientales, sociales y sanitarios.
La Organización Mundial de la Salud advierte que cada minuto se vierte al mar el equivalente a un camión de basura lleno de plásticos. Y la ONU proyecta que, de seguir así, para 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos.
Pero casi nadie habla de otro problema: la quema de plásticos, que libera dioxinas y compuestos volátiles igual de tóxicos. Un enemigo sin rostro, sin forma, sin olor… que nos atraviesa a diario.
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¿Qué podemos hacer frente al riesgo de que el uso de plásticos ocasione cáncer de mama?
La prevención comienza en casa. Mariana Segovia recomienda:
- Usar recipientes de vidrio o cerámica para calentar alimentos.
- Evitar dejar plásticos en el coche, especialmente si contienen maquillaje, cremas o comida.
- No calentar biberones ni juguetes en microondas.
- Revisar etiquetas de productos cosméticos y de higiene personal.
No es una solución definitiva, pero es una forma de resistencia. Porque mientras los plásticos dominan el mercado, el silencio sobre sus efectos sigue siendo rentable.
La ciencia no ha dicho la última palabra, pero las señales son cada vez más claras: lo cotidiano puede enfermarte sin que lo notes. El cáncer, a veces, no viene de un solo lugar. Viene del ambiente, de los hábitos, de los materiales que nos prometieron modernidad y nos cobran con la vida.