Psoriasis: más que piel inflamada, una enfermedad que afecta cuerpo y emociones
En México, más de 2.5 millones de personas viven con psoriasis, una enfermedad inflamatoria crónica que no es contagiosa, pero sí estigmatizante. Su impacto va más allá de la piel: afecta la salud física, emocional y social de quienes la padecen.
¿Qué es la psoriasis y cómo se manifiesta?
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria sistémica crónica, de origen inmunológico, que acelera el recambio celular de la piel, provocando su acumulación en forma de placas rojas, escamosas, dolorosas o con picazón. Aunque no es contagiosa, sí es incurable, y sus brotes pueden aparecer y desaparecer sin previo aviso.
En México, se estima que 2.5 millones de personas viven con esta condición. La forma más común —presente en el 80% al 90% de los casos— es la psoriasis en placas, y cerca de 3 de cada 10 pacientes presentan cuadros moderados a severos. Las lesiones suelen aparecer en codos, rodillas, cuero cabelludo, tronco, uñas, palmas, plantas de los pies e incluso genitales.
Más que una afección dermatológica: riesgos y comorbilidades
Aunque la psoriasis no es mortal por sí misma, puede estar asociada con enfermedades graves como:
- Artritis psoriásica
- Diabetes tipo 2
- Síndrome metabólico
- Hígado graso no alcohólico
- Enfermedades cardiovasculares
- Ciertos tipos de cáncer
En su forma más grave, como la psoriasis eritrodérmica, puede comprometer la regulación térmica del cuerpo, provocar deshidratación, infecciones y desequilibrios electrolíticos. Además, el impacto emocional es profundo: depresión, ansiedad, aislamiento social y pensamientos suicidas son frecuentes entre quienes viven con esta enfermedad.
¿Qué factores la desencadenan?
La psoriasis tiene un componente genético importante, especialmente vinculado al gen HLA-Cw6. Sin embargo, también puede activarse o agravarse por:
- Estrés psicológico
- Infecciones por estreptococos
- Lesiones en la piel (fenómeno de Koebner)
- Ciertos medicamentos (litio, betabloqueantes, antipalúdicos)
- Consumo de alcohol y tabaco
Diagnóstico y tratamiento: entre la ciencia y el acceso
El diagnóstico se realiza mediante valoración clínica dermatológica, y el tratamiento depende de la severidad. Puede incluir:
- Terapias tópicas (cremas, retinoides, análogos de vitamina D)
- Fototerapia
- Medicamentos sistémicos (orales o inyectables)
- Biológicos (como el inhibidor oral de la tirosina quinasa TYK2, recientemente aprobado en México)
Este último representa una alternativa para pacientes con psoriasis en placas moderada a grave, especialmente aquellos que no han respondido a otros tratamientos o buscan evitar las inyecciones. Sin embargo, su costo y monitoreo especializado limitan el acceso para muchas personas.
Estigma, salud mental y discriminación
La psoriasis no solo afecta la piel: afecta la percepción que los pacientes tienen de sí mismos. Las lesiones visibles provocan incomodidad, vergüenza, culpa y aislamiento. Muchos evitan asistir a piscinas, gimnasios o peluquerías por temor al rechazo. Los mitos —como la falsa creencia de que es contagiosa— agravan la discriminación y dificultan el acceso a atención médica adecuada.
Lucila Careaga de Castro, directora de la Asociación PAU, señala que “el miedo a los brotes, la frustración por los tratamientos que no siempre funcionan y el aislamiento social afectan la percepción que los pacientes tienen de sí mismos. Muchos sienten que la psoriasis define quiénes son, cuando en realidad es solo una parte de su vida”.
Campaña “Mi Psoriasis”: visibilizar, acompañar, transformar
En el marco del Día Mundial de la Psoriasis (29 de octubre), la Asociación de Pacientes Autoinmunes con Procesos Inflamatorios (PAU) y Bristol Myers Squibb México impulsan la campaña “Mi Psoriasis”, con el objetivo de derribar el estigma, generar empatía y promover el diagnóstico oportuno. El sitio Mi Psoriasis ofrece recursos, testimonios y orientación para pacientes y familiares.
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Vivir con psoriasis: una lucha que no debe ser solitaria
La psoriasis exige atención médica especializada, acompañamiento emocional, educación pública y políticas de salud inclusivas. Reconocer que “no es solo la piel” es el primer paso para transformar la experiencia de quienes la padecen y construir una sociedad más empática y justa.







