Bárbara de Regil atraviesa un momento crucial y sorprendentemente luminoso. Mar ya no vive con ella y, aunque al inicio el vacío le dolió más que a nadie, hoy respira diferente. “Crecimos juntas”, dice con nostalgia. Su vínculo nunca necesitó palabras, bastaba la presencia… y por eso la separación la sacudió. Sin embargo, después de días de lágrimas en silencio, ahora sonríe: “Ya estoy bien”.
La actriz no quiere llenar ese espacio con otro bebé, ni busca reemplazos. Se escucha, se entiende y se elige. Confiesa sin miedo: no nació para ser mamá otra vez. Ama a su hija, ama a su familia, pero también aprendió a amar su vida propia. Esa certeza llegó sin culpa y sin pena. Dejó atrás la idea romántica de la maternidad y entendió que no tener más hijos también representa una decisión válida, libre y poderosa.
Mientras muchas mujeres cargan con la presión social de “tener que ser mamás”, Bárbara lanza un mensaje directo: la vida también se celebra desde la autonomía. Una mujer no se reduce a sus hijos, ni a sus obligaciones, ni a los planes que otros esperan. “Tu vida también es hermosa”, afirma con fuerza.
Y aunque los reflectores no sueltan a Bárbara, tampoco se queda callada frente a la violencia hacia las mujeres en los medios. Al ser cuestionada por las críticas que Maite Perroni recibió por su peso, su postura no dejó dudas: el cuerpo de una mujer no define su valor. Nadie conoce las hormonas, los procesos, los duelos o los cambios internos que una mujer carga. La apariencia no es argumento para juzgar, señalar ni humillar.
Sin gritarlo, pero con firmeza, defiende lo obvio: el talento, la felicidad, la maternidad o la ausencia de ella no se miden en tallas, kilos o cuerpos “aprobados”. Ella prefiere un mundo donde las opiniones se piensen antes de lastimar. “No tienes por qué decirle a la persona lo que piensas”, recuerda.
Lee: “Beso Dinamita”: todo listo para los capítulos 5 y 6: ¿qué viene en la historia?
Hoy Bárbara se encuentra en paz. Vive sola la casa que antes compartía cada minuto con Mar y, aun así, no se siente incompleta. Trabaja, ama, crece y se reinventa. Mar voló, y Bárbara también.
En esta etapa no busca llenar huecos: busca disfrutar lo que ya tiene.
Y lo está logrando.







