Como cada año desde 1962, devotos católicos participaron este Viernes Santo en la recreación de la crucifixión real en Filipinas, una controvertida muestra de fe que busca mantener presente la muerte y dolor de Jesucristo en la cruz, aunque la Iglesia Católica la desaprueba.
Las crucifixiones en Filipinas, el país de Asia con más católicos, son reconocidas a nivel mundial por que los actores son clavados de verdad en una cruz con enormes clavos que les atraviesan las palmas de las manos o son flagelados con cadenas y otros objetos, que les causan serias heridas.
Pese a la Iglesia Católica desaprueba estas prácticas, devotos católicos recrearon la crucifixión de Cristo en la norteña provincia de Pampanga, atrayendo a miles de filipinos y turistas extranjeros, que buscan revivir la Pasión de Cristo en el Viernes Santo.
El «Cristo de Pampanga» no puede más
En de la localidad de San Fernando, a 80 kilómetros de Manila, unos 20 mil espectadores se dieron cita para ser testigos de la crucifixión de Rubén Enaje, un obrero de 64 años, quien ha sido clavado 36 veces en la cruz, en un acto de fe, que esta vez lo llevó al hospital.
El “Cristo de Pampanga”, como es conocido Enaje entre los católicos de Filipinas, fue clavado a la cruz de madera con clavos reales de uno 30 centímetros de largo y expuesto por varios minutos ante los asistentes, en medio de altas temperaturas, que alcanzaron casi los 34 grados centígrados.
“No puedo hacerlo más”, afirmó Enaje con débil voz, mientras actores vestidos como soldados romanos y personal médico le retiraban los clavos y atendían sus heridas.

En la representación del año pasado, el “Cristo de Pampanga” dijo que el 2024, sería su última crucifixión, debido a que a su edad, 64 años, le resultaba muy difícil arrastrar la cruz de cuatro metros de largo y un peso de 20 kilogramos, pese a que es más pequeña que la que usó años atrás.
“Los primeros cinco segundos fueron muy dolorosos. Conforme pasa el tiempo y la sangre baja, el dolor se alivia y puedo permanecer más tiempo en la cruz”, comentó Enaje, poco antes de ser colocado en una camilla por un equipo médico para ser atendido de las heridas sufridas este viernes.
Enaje teme que la crucifixión en Filipinas se acabe
En recientes declaraciones a la prensa, Enaje expresó su preocupación por que no pueda participar más en la recreación de la crucifixión y que la tradición se acaba, ya que cada año los “cristos” son cada vez menos, según informes del diario filipino Rappler.
El hombre participó por primera vez en las crucifixiones de Pampanga del Viernes Santo en 1985, en un acto de agradecimiento, luego de caer de un tercer piso y no sufrir daños, hecho que él y su familia atribuyen a intervención divina y por lo que quiso ser crucificado.
De acuerdo diversos medios filipinos, la participación de Enaje en la representación real del Viernes Santo este 2025 fue la última y en lo sucesivo lo hará Arnold Maniago, de 46 años y quien ya suma 24 crucifixiones.
Durante las celebraciones de Semana Santa en Pampanga, mujeres y hombres también se flagelan con látigos, un acto de penitencia por sus pecados o dar gracias por favores cumplidos, como cura de enfermedades o sobrevivir a accidentes.
Otros de los motivos por los que los filipinos participan en las crucifixiones reales y las flagelaciones públicas son por actos de penitencia, alguna petición por la salud de familiares, devoción y un acto de fe, aunque ello genera controversia por los sacrificios físicos que conllevaban.