En el transcurso de la historia de la Iglesia católica, ha existido una figura que, aunque poco conocida por el público general, ha desempeñado un papel polémico y, en ocasiones, determinante en los conflictos religiosos y políticos de la cristiandad: el antipapa.
Este término, cargado de connotaciones históricas, designa a una persona que reclama ser el papa legítimo de la Iglesia católica sin tener el reconocimiento oficial de esta.
A menudo, los antipapas surgieron en contextos de cisma, rivalidades políticas o disputas doctrinales.
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Definición y origen del concepto
Un antipapa es aquel individuo que, en oposición al papa legítimamente elegido, se adjudica el título de sumo pontífice y, en ocasiones, logra el respaldo de ciertos sectores del clero, de nobles o de Estados.
La existencia de un antipapa implica necesariamente una crisis de legitimidad dentro del liderazgo eclesiástico.
El término proviene del latín antipapa, compuesto por el prefijo “anti” (contra) y “papa” (padre o papa), y comenzó a utilizarse alrededor del siglo IV, cuando las primeras divisiones dentro del cristianismo comenzaban a consolidarse, incluso antes del Gran Cisma de Oriente (1054).
Causas históricas
La aparición de antipapas no fue un fenómeno aislado ni sencillo. En general, surgieron por:
- Conflictos doctrinales o teológicos, cuando grupos dentro de la Iglesia consideraban heréticas las posturas del papa oficial.
- Interferencias políticas, especialmente de parte del Imperio Romano, del Sacro Imperio Germánico o de monarquías europeas que pretendían controlar el papado.
- Disputas internas en los cónclaves, cuando la elección del papa no era clara o se realizaban votaciones paralelas.
Antipapas famosos en la historia
La Iglesia ha reconocido oficialmente más de 30 antipapas a lo largo de los siglos, principalmente entre los siglos III y XV. Algunos de los más notorios son:
- Hipólito de Roma (217-235): considerado el primer antipapa de la historia. Fue un teólogo influyente que se opuso al papa Calixto I por cuestiones doctrinales. Más tarde fue exiliado y se reconcilió con la Iglesia, muriendo como mártir.
- Felix V (1439-1449): el último antipapa oficialmente reconocido por la Iglesia. Fue elegido durante el Concilio de Basilea, en un contexto donde se cuestionaba la autoridad del papa de Roma, Eugenio IV.
- Clemente VII y Benedicto XIII (siglo XIV-XV): protagonistas del Cisma de Occidente (1378-1417), cuando hubo simultáneamente hasta tres personas reclamando el papado: en Roma, Aviñón y Pisa. Esta crisis debilitó severamente la autoridad papal hasta que fue resuelta por el Concilio de Constanza.
¿Siguen existiendo antipapas?
Aunque el fenómeno ha desaparecido oficialmente dentro de la Iglesia católica desde el siglo XV, algunos grupos cismáticos y tradicionales han proclamado a sus propios papas en tiempos modernos, sobre todo tras el Concilio Vaticano II (1962-1965), que introdujo reformas litúrgicas y doctrinales.
Estos movimientos suelen considerarse sectarios o cismáticos por parte de la Iglesia oficial.
Ejemplo de ello es Lucian Pulvermacher, un ex franciscano que en 1998 fue proclamado “papa Pío XIII” por un pequeño grupo en Estados Unidos, y que murió en el año 2009 sin reconocimiento alguno.
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La postura de la Iglesia actual
La Iglesia católica considera que la elección papal es válida solo si cumple con las normas canónicas y es realizada por el Colegio de Cardenales.
Cualquier otro nombramiento es nulo y carece de autoridad espiritual y jurídica.
El Código de Derecho Canónico contempla sanciones para quienes promuevan cismas o usurpaciones del papado.
El Antipapa es una tensión histórica
La figura del antipapa es un recordatorio de las tensiones que históricamente han afectado a la Iglesia católica, tanto desde dentro como desde fuera.
Aunque en la actualidad su aparición es residual, el concepto sigue siendo clave para comprender los desafíos que enfrenta cualquier institución con una larga tradición, especialmente en lo relativo a la autoridad, la legitimidad y la unidad doctrinal.
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