Como parte de un estricto protocolo de seguridad y confidencialidad, el Vaticano desactiva todas las señales de radiocomunicación y dispositivos electrónicos dentro y alrededor de la Capilla Sixtina durante el cónclave, el proceso en el que se elige a un nuevo Papa.
Esta medida se toma para garantizar el secreto absoluto de las deliberaciones entre los cardenales electores, evitar cualquier filtración a medios de comunicación y proteger la legitimidad de uno de los eventos más solemnes de la Iglesia Católica.
¿Qué se apaga exactamente?
Durante el cónclave, se bloquean todas las señales de telefonía celular, internet, WIFI, radiofrecuencia, bluetooth y cualquier otro tipo de comunicación inalámbrica en la Capilla Sixtina y en las áreas donde permanecen los cardenales, como la Casa Santa Marta.
La Santa Sede instala equipos de inhibición de señales (conocidos como jammers) que impiden cualquier intento de comunicación desde adentro hacia el exterior.
Además, los cardenales tienen prohibido llevar consigo celulares, tablets, grabadoras, relojes inteligentes u otro tipo de dispositivos electrónicos.
Quien viole esta regla puede ser excomulgado, según lo establecido en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, emitida por Juan Pablo II.
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Control absoluto: del silencio al humo
Durante el cónclave, los cardenales son aislados completamente del mundo exterior.
No pueden recibir visitas, hacer llamadas, ver televisión, leer periódicos ni enviar mensajes. El objetivo es que elijan al nuevo Papa guiados únicamente por la oración, la reflexión y el diálogo entre ellos.
El único mensaje que sale del recinto es el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina:
- Humo negro, si no hay acuerdo.
- Humo blanco, si hay nuevo Papa.
Máxima discreción tecnológica
Desde el cónclave de 2005, el Vaticano ha endurecido sus medidas para evitar fugas de información.
En 2013, cuando se eligió al Papa Francisco, se reforzaron aún más con apoyo de expertos en ciberseguridad, y se revisaron todas las instalaciones con barridos electrónicos para detectar micrófonos ocultos o sistemas de escucha remota.
Incluso los empleados técnicos y personal de apoyo dentro del Vaticano firman juramentos de confidencialidad.
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Un proceso ancestral con medidas del siglo XXI
Aunque el cónclave es una tradición que data del siglo XIII, el Vaticano ha sabido combinar su misticismo con tecnologías modernas para blindar el proceso.
El apagón de señales no solo es una medida de control, sino una forma simbólica de recordar que la elección del Papa debe hacerse en silencio, sin presiones externas y con plena libertad de conciencia.