Ciudad de México, 25 mar. (AMEXI).- En los últimos años, la violencia de género con ácido u otras sustancias corrosivas ha generado mayor visibilidad debido a los casos que se han salido a luz pública, causando gran indignación en diversos sectores de la sociedad mexicana, pero un gran porcentaje estos ataques a mujeres quedan en la impunidad, expone un estudio del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República.
El documento precisa que durante los últimos años se han aprobado diversas reformas para reconocer y tipificar a la violencia ácida; sin embargo, en muchas entidades aún se considera como lesiones simples que se castiga con pocos años de prisión.
La investigación titulada “Violencia de género con ácido: Una de las manifestaciones más crueles del machismo en México”, elaborada por la investigadora Irma Kánter Coronel, refiere que actualmente en 13 estados del país: Campeche, Chiapas, Coahuila, Durango, Guanajuato, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas, no se encuentra tipificado el delito de agresiones inferidas con ácidos u otras sustancias químicas o corrosivas.
Lo cual, subraya, impide el acceso de las mujeres sobrevivientes a la justicia, que los agresores sean sancionados con severidad y a la reparación del daño ocasionado, es decir, los agresores quedan en la impunidad.
El texto agrega que en siete entidades: Aguascalientes, Hidalgo, Estado de México, Nayarit, Sinaloa, Querétaro y Quintana Roo, se considera como “delito neutro”, es decir, sin tomar en cuenta que se trata de un tipo de violencia de género.corrosivas o cáusticas.
En los estados de Baja California Sur, Guerrero, San Luis Potosí, Tlaxcala y Yucatán, las agresiones con ácido, sustancias químicas o corrosivas se consideran como agravante del delito autónomo de “lesiones cometidas contra una mujer en razón de su género”.
El estudio destaca que cuatro entidades: Oaxaca, Puebla, Baja California y la Ciudad de México han tipificado las agresiones con ácido u otra sustancia química o corrosiva como delito autónomo, bajo la figura de “violencia ácida”, con el impulso de la llamada Ley Malena.
La investigación del Instituto Belisario Domínguez destaca que el primer caso de ataques con ácido del que se tiene noticia en nuestro país ocurrió el 9 de noviembre de 1988 en la Ciudad de México.
Resalta que a la fecha, el número de mujeres y niñas que han sido agredidas con ácido u otras sustancias químicas o corrosivas se desconoce, puesto que no hay registros y cifras oficiales, lo que limita el conocimiento de su naturaleza, magnitud, gravedad y frecuencia que tiene la violencia con ácido en la sociedad mexicana.