Denominación de Origen no beneficia a pequeños productores
Aunque es símbolo de calidad y tradición, la Denominación de Origen en México margina a productores locales y favorece a grandes empresas, advierten especialistas de la UNAM.
La Denominación de Origen (DO) ha sido presentada como un orgullo nacional, sinónimo de calidad, tradición y riqueza cultural. Sin embargo, detrás de esta etiqueta reconocida a nivel mundial, existen dinámicas que afectan al medio ambiente y marginan a pequeños productores, advirtieron investigadores de la UNAM.
Según señalaron, los productores artesanales suelen quedar excluidos del proceso para obtener la DO, debido a los altos costos y trámites complejos. Mientras tanto, grandes empresas capitalizan el valor de estas etiquetas para exportar sus productos con mayores ganancias.
#BoletínUNAM México cuenta con 18 denominaciones de origen, las cuáles son solicitadas por grandes productores capaces de cumplir con las normas y llevar a cabo el proceso; a diferencia de los artesanos y pequeños colectivos: #ExpertaUNAM > https://t.co/dGECMJnSfW pic.twitter.com/75xwByuHYh
— UNAM (@UNAM_MX) April 17, 2025
Grandes intereses se benefician; el desarrollo local es marginal
Jessica Tolentino Martínez, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, explicó que la industria tequilera es un ejemplo emblemático. Muchos pequeños productores elaboran tequila de forma artesanal, pero son las grandes marcas las que lo envasan y revenden con altos márgenes de ganancia.
Aunque México cuenta con 18 productos con Denominación de Origen, su acceso está limitado. Esto provoca que el desarrollo local y el crecimiento de pequeñas compañías siga siendo marginal, mientras que las cifras de exportación reflejan una estrecha relación entre grandes productores y grandes intereses.
¿Qué productos tienen Denominación de Origen en México?
Tolentino subrayó que al adquirir un artículo con DO, el consumidor sabe que está comprando calidad, tradición y saberes ancestrales. Aun así, el proceso para obtener este reconocimiento es largo y costoso, por lo que pocas comunidades logran acceder.
El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) es el organismo encargado de otorgar estas certificaciones. Entre los productos con DO se encuentran la talavera de Puebla y Tlaxcala, el olinalá de Guerrero y el ámbar de Chiapas, así como alimentos como el café pluma de Oaxaca, el cacao Grijalva y el arroz Morelos.
La mayoría de las DO, añadió, corresponde a bebidas espirituosas derivadas de procesos de destilación, como el tequila, el mezcal y la charanda.
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Pequeños productores, relegados al rol de proveedores
Tolentino explicó que las solicitudes de DO suelen ser impulsadas por gobiernos estatales, cámaras industriales o empresarios individuales, mientras que las organizaciones de artesanos rara vez tienen los recursos para afrontar los costos del trámite.
En muchos casos, los productores tradicionales terminan siendo solo proveedores de materia prima, sin acceso a los beneficios económicos de la denominación. Para ellos, las marcas colectivas representan una alternativa viable, ya que permiten asociarse por región y potenciar el valor de sus conocimientos y técnicas tradicionales.
Estas marcas también permiten apelar a la nostalgia del consumidor, quien reconoce en estos productos un sello auténtico y casero que no necesariamente depende de una certificación oficial.