La conmemoración de el Día de Muertos se encuentran en su máxima expresión en México y en particular, en Michoacán, donde en la isla de Janitzio, flores de cempasúchil inundan los panteones, velas iluminan el camino de las almas y se coloca comida para recibirlos los días 1 y 2 de noviembre; además de que durante las dos noches se canta y reza.
Es por ello, que esta isla de Janitzio trae consigo todo un halo de misterio y es que, según cuentan las leyendas del lugar, que cuando las almas regresan, puede notarse en el ondear del lago de Pátzcuaro.
La fiesta que se celebra en Janitzio tiene su origen a partir de una leyenda de amor entre dos príncipes purépechas, antiguos habitantes de Michoacán. Su amor se ve interrumpido por la llegada de los españoles y termina con la muerte del varón ahogado en el lago para proteger un tesoro.
Leyendas de Pátzcuaro
Una de las leyendas más famosas de Pátzcuaro, Michoacán, es la leyenda de “La Isla de Janitzio”, que está estrechamente relacionada con la celebración del Día de los Muertos en la región.
La leyenda de la Isla de Janitzio narra la historia de cómo surgió esta tradición única y colorida en Michoacán, ya que hace mucho tiempo, en la región de Pátzcuaro, existía una tribu indígena conocida como los Purépechas.
Los Purépechas tenían una relación especial con la muerte, no le temían, sino que la celebraban como un tránsito hacia una nueva vida. Esta creencia ancestral se manifestó en la forma en que honraban a sus antepasados.
Un día, en la tribu de los Purépechas, vivía un joven llamado Janitzio, quien era conocido por su valentía y amor por su pueblo. Sin embargo, Janitzio se encontraba profundamente triste porque su amada, una joven llamada Xarhú, había fallecido.
Una noche, Janitzio tuvo un sueño. En el sueño, Xarhú apareció y le dijo que deseaba que él la encontrara en el mundo de los muertos, donde podrían estar juntos nuevamente. Para lograrlo, Xarhú le dio a Janitzio instrucciones específicas sobre cómo celebrar el Día de los Muertos.
Siguiendo las instrucciones de Xarhú, Janitzio y su gente comenzaron a rendir homenaje a sus antepasados en una isla en el lago de Pátzcuaro, conocida como Janitzio en su honor. Encendían velas, colocaban ofrendas de comida y bebida, y adornaban las tumbas con flores y objetos significativos.
Con el tiempo, esta celebración se convirtió en el Día de los Muertos tal como lo conocemos hoy en día, con sus característicos altares, calaveras de azúcar, ofrendas y el uso de la flor de cempasúchil.
La leyenda de la Isla de Janitzio refleja la profunda conexión de la cultura purépecha con la muerte y su creencia en la continuidad de la vida más allá de la muerte.
Además, esta historia explica cómo Pátzcuaro se convirtió en uno de los destinos más emblemáticos para celebrar el Día de los Muertos en México, atrayendo a visitantes de todo el mundo para participar en esta festividad única y conmovedora.
Otra Leyenda que indica que las ánimas llegan en caballo en la comunidad de Cuanajo
En Michoacán existen tres pueblos donde la comunidad lleva la ofrenda tradicional “montada” en caballitos de madera: Nurío, San Ángel Zurumucapio y Cuanajo.
Esta tradición única es por la creencia de los habitantes que al colocar los caballos de madera, servirán de instrumento para que quienes se les adelantaron puedan llegar a sus tumbas y disfrutar de las ofrendas colocadas.
Los pobladores también tienen la creencia que cuanto más grande es el caballo de madera, mayor fue la popularidad del recordado. La entrega de ofrendas en Cuanajo es de 21:00 a 22:00 horas el 1 de noviembre hasta las primeras horas del 2 de noviembre.