El fenómeno migratorio ha cambiado en los últimos años. Antes, los migrantes viajaban en caravanas hacia la frontera norte de México, pero ahora lo hacen a pie. Aunque el Instituto Nacional de Migración (INM) intenta regular la migración de manera ordenada y segura, el negocio de la corrupción en las instituciones de migración y la delincuencia organizada siguen permitiendo que cientos de migrantes crucen la frontera sur.
Migrantes de diversas nacionalidades, como cubanos, venezolanos y centroamericanos, siguen arriesgando sus vidas para llegar a la frontera norte. A pesar de las medidas implementadas, su lucha por llegar a Estados Unidos persiste.
La política migratoria y el fracaso de las caravanas
José Manuel Blanco Urbina, presidente del Movimiento Cívico por la Democracia, explica que las caravanas ya no funcionan debido a la presión política de Estados Unidos. En 2019, las caravanas ayudaron a miles a cruzar, pero tras la llegada de Donald Trump a la presidencia, y la influencia del gobierno de Claudia Sheinbaum, las caravanas son detenidas en el Istmo de Tehuantepec por la fuerza pública, la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano y la policía estatal y municipal.
Sin embargo, los migrantes no se rinden. Aunque las barreras se multiplican, siguen cruzando, aunque con más dificultades. El costo humano es enorme.

Riesgos mortales: La ruta de los migrantes
La travesía por México es un infierno para los migrantes. La Selva del Darién, entre Panamá y Colombia, es una de las zonas más peligrosas. Los migrantes deben atravesar kilómetros de terreno inhóspito y enfrentarse a la violencia de la delincuencia organizada que exige un pago por “derecho de paso” o amenaza con asesinarlos.
José Manuel Blanco Urbina señala que al llegar a la frontera sur de México, los migrantes descubren que el peligro no termina. Las autoridades, en muchos casos, ven en ellos una oportunidad de negocio. La policía y otras instituciones corruptas cobran el paso de los migrantes, aprovechándose de su desesperación.
El “Sueño Mexicano” y el desafío de la regularización
Con la presión de Trump, algunos han decidido quedarse en México. Lejos del “sueño americano”, buscan el “sueño mexicano” solicitando asilo político. Sin embargo, el proceso de regularización es lento y complicado, y las fuentes de empleo son escasas, lo que complica la integración de los migrantes al mercado laboral.
Blanco Urbina explica que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y el INM enfrentan una gran acumulación de solicitudes. El sistema de empleo no es suficiente para satisfacer las demandas de los migrantes, quienes se ven obligados a competir por los pocos empleos disponibles, muchos de los cuales también son escasos para los mexicanos.

El problema del “Quédate en México”
El programa “Quédate en México” fue impulsado unilateralmente por el gobierno de Trump, que descargó la responsabilidad en México. Este acuerdo ha expulsado tanto a mexicanos como a extranjeros que llegan a la frontera norte y no pueden ingresar a Estados Unidos debido a las restricciones impuestas.
El gobierno mexicano ha intentado contener la migración construyendo polos de desarrollo, especialmente en la frontera sur. Sin embargo, la demanda de empleo sigue siendo mayor que la oferta, lo que hace que este problema persista.
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Rutas secretas de los migrantes bajo control de la delincuencia
Chiapas es uno de los principales puntos de tránsito para migrantes. Existen tres rutas utilizadas para evadir la vigilancia policiaca. Algunas de estas rutas cruzan por la Selva Lacandona y la zona Sierra, lo que permite a los migrantes ahorrar miles de pesos y evadir los controles de las autoridades corruptas.
A pesar de esto, los migrantes no logran escapar de la amenaza de la delincuencia organizada. Los cárteles de la droga los interceptan, los secuestran y exigen el pago de rescates a sus familiares. La ruta que cruza el río Suchiate también es controlada por criminales.