Con una voz serena y un mensaje firme, el Papa León XIV inauguró oficialmente su pontificado este domingo con una misa celebrada en la Plaza de San Pedro, marcada por un llamado claro a la unidad de la Iglesia y al poder transformador del amor cristiano.
“Esta es la hora del amor y la caridad de Dios que nos hace hermanos entre nosotros”, proclamó el nuevo Pontífice frente a miles de fieles, obispos, cardenales, delegaciones internacionales y peregrinos reunidos en el Vaticano.
Durante la homilía, el Papa reconoció el dolor que aún embarga a la Iglesia por la reciente muerte del Papa Francisco.
“Vivimos momentos de tristeza, nos sentimos como ovejas sin pastor. Pero el Señor no abandona a su pueblo”, afirmó.
Recordó que fue precisamente durante el Domingo de Pascua cuando Jesús dio su última bendición, y que fue esa luz de la Resurrección la que sostuvo al Colegio Cardenalicio en el proceso del cónclave que culminó con su elección.
León XIV asumió su nuevo papel con humildad, diciendo que fue elegido “sin tener ningún mérito” y con “temor y trepidación”.
Se presentó como un hermano que desea “hacerse siervo de su fe y de su alegría” y caminar junto al pueblo de Dios por el camino del amor.
🔴 URGENTE: En su primera #homilia en el inicio de su Ministerio, #LeónXIV pidió a la iglesia: «Hermanos, hermanas, ¡esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio». #Vaticano🇻🇦 #PapaLeoneXIV pic.twitter.com/2XKrYUaXYv
— Carlos Lara Moreno (@CarlosLaraM81) May 18, 2025
El amor como columna vertebral del ministerio de Pedro
El mensaje central de su homilía giró en torno a la misión confiada a Pedro por Jesús: apacentar a su rebaño no mediante el poder ni la imposición, sino mediante el amor.
“El amor de Dios no se mide, no calcula, se entrega”, dijo el Papa, explicando que la única manera en que Pedro pudo asumir su papel fue porque él mismo experimentó el perdón y la misericordia de Cristo incluso después de su negación.
“La Iglesia no se edifica sobre líderes solitarios ni sobre el dominio, sino sobre piedras vivas unidas en comunión”, sostuvo.
Enfatizó que la autoridad en la Iglesia debe brotar de la caridad, y no de la propaganda, el sometimiento o la fuerza.
“Pedro no debe ceder a la tentación de sentirse superior. A él se le pide caminar con el pueblo, no delante de él”, insistió.
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Una Iglesia unida, abierta y misionera
León XIV expresó su deseo de que esta nueva etapa para la Iglesia esté marcada por la unidad y la comunión, no solo dentro del catolicismo, sino también con las demás iglesias cristianas, otras religiones y todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
“Queremos ser una pequeña levadura de unidad, de fraternidad, de comunión en un mundo marcado por la división, el miedo a lo diferente y las heridas del odio”, señaló.
Criticó los modelos económicos que marginan a los pobres y destruyen el medio ambiente, y llamó a construir un mundo nuevo donde reine la paz, animados por un espíritu misionero que no se encierre ni se sienta superior, sino que abrace al mundo con humildad.
“El amor no anula las diferencias; las abraza y las integra”, dijo León XIV. Su llamado a una Iglesia abierta, misionera y reconciliadora busca renovar el rostro de la comunidad católica, no como una estructura de poder, sino como signo vivo del Evangelio.
«Hermanos, hermanas, ¡esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio». #PapaLeónXIV en la #Misa de inicio de su ministerio petrino #18demayo pic.twitter.com/W33OUVXHe2
— Vatican News (@vaticannews_es) May 18, 2025
Un pontificado que inicia con esperanza
Con este mensaje, León XIV delineó los ejes de lo que parece ser un pontificado centrado en el amor como principio rector y en la unidad como objetivo fundamental.
“Juntos como un solo pueblo, todos como hermanos, caminemos hacia Dios y amémonos los unos a los otros”, concluyó.
La Iglesia Católica, en tiempos de desafíos internos y de fracturas sociales en el mundo, parece encontrar en su nuevo líder una invitación clara a reconstruir la comunión desde el corazón del Evangelio.