En un movimiento que genera fuertes reacciones tanto en Estados Unidos como en México, el presidente Donald Trump “cambió“ el nombre del Golfo de México por el de “Golfo de América”. Esta iniciativa, aunque más simbólica que práctica, se interpreta como un gesto expansionista que refleja las ambiciones geopolíticas y energéticas de Trump. Gonzalo Monroy, analista experto en hidrocarburos, ofrece una perspectiva técnica y económica sobre las implicaciones de esta propuesta.
Trasfondo estratégico del cambio de nombre del Golfo de México
Monroy explica que la propuesta de Trump no se limita al simbolismo del nombre. Según él, representa una narrativa de “restaurar la grandeza” de Estados Unidos, promovida desde su primer mandato. Trump busca enviar un mensaje de hegemonía y control sobre una región estratégica, rica en recursos naturales. “Trump está diciendo: ‘Esto es nuestro’”, explica Monroy, “pese a que México, Canadá y otros actores también tienen intereses importantes en la región”.
Impacto limitado en la producción energética
El Golfo de México, “Golfo de América” según Trump, alberga una de las zonas más ricas en hidrocarburos del continente. Las aguas profundas contienen vastos yacimientos de petróleo y gas natural, lo que hace de la región un punto clave para la producción energética. No obstante, señala Monroy, el impacto económico directo de un cambio de nombre sería mínimo, aunque el gesto podría tener más bien graves repercusiones diplomáticas.
Cambiar el nombre del Golfo de México no conlleva robo de petróleo
El Golfo de México es una de las principales fuentes de producción de petróleo para Estados Unidos. Sin embargo, la mayoría de su producción proviene de tierra firme, en especial de la Cuenca Pérmica, en Texas y Nuevo México. Monroy destaca que cualquier incremento en la actividad energética en la zona estadounidense del golfo no impactaría directamente a México en términos de «robo de recursos».
“No existen pozos transfronterizos activos entre ambos países”, menciona Monroy. “Las operaciones están bien delimitadas y reguladas desde hace años”. En cambio, el reto real para México está en cómo explotar de manera eficiente sus propios recursos naturales.
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Gas natural: oportunidad desaprovechada
Monroy también subraya que Estados Unidos no sólo se concentra en el petróleo, sino que incrementó significativamente su producción de gas natural. De hecho, el país vecino se convirtió ya en un exportador clave hacia Europa y otros mercados. Según Monroy, México tiene una posición privilegiada para importar gas natural barato desde Estados Unidos y con eso reducir los costos industriales. Sin embargo, la falta de inversión mexicana en infraestructura limita ese potencial.
“La falta de un plan robusto para el desarrollo del gas natural en México pone en evidencia las carencias estratégicas del país”, menciona el experto. “En este momento no existe un plan claro para incrementar la producción nacional de gas natural. México podría aprovechar esta oportunidad para ser un actor clave en la transición energética global, pero no parece haber voluntad política ni presupuesto suficiente para ello”.
El papel de México en el contexto energético global
Monroy advierte sobre el estancamiento de la estrategia energética mexicana frente al dinamismo de Estados Unidos. “La narrativa expansionista de Trump contrasta con una realidad: Estados Unidos ya domina la infraestructura y las rutas energéticas en la región”, enfatiza. En cambio, México subutiliza sus propios recursos, en especial en el Golfo de México.
El experto concluye: aunque la propuesta de Trump para renombrar el golfo no tendrá un impacto tangible en la producción energética ni en los mercados, sí sirve como recordatorio del peso de la influencia estadounidense en la región. México, por su parte, tiene frente a sí el desafío de diseñar políticas energéticas más ambiciosas y sostenibles para no rezagarse en este panorama competitivo.
“Más que discutir nombres para el golfo, México debería enfocarse en fortalecer su capacidad productiva y aprovechar su ubicación estratégica en uno de los motores energéticos más importantes del mundo”, finaliza Monroy.