Desde el Chicano Park de San Diego, California
Cartas de un migrante
Por Fernando Morán
En California, la ciudad de San Diego es una puerta de entrada y salida con México. Ubicada justo en la costa del Pacífico, cuenta con dos atractivos turísticos: el Zoológico, fundado en 1915 y considerado uno de los más grandes del mundo, y el primer acuario de SeaWorld, creado en 1964. A finales del siglo pasado, se construyó el parque temático Legoland dentro del mismo condado. A ello se suma la inauguración, en 2004, del Petco Park, el nuevo estadio de béisbol.
Pero San Diego se distingue, sobre todo, por ser un territorio ocupado históricamente por cuatro naciones diferentes: los kumiai o kumeyaay, quienes fueron los primeros habitantes; después, con la llegada de los españoles a la Alta California, se edificó el Presidio Real de San Diego y la Misión de San Diego de Alcalá, la primera en construirse en lo que ahora es el estado de California. Posteriormente, con la Independencia de México, varios territorios —entre ellos California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Utah, y partes de Colorado y Wyoming— pasaron a formar parte de México. Finalmente, tras la guerra entre México y Estados Unidos (1846-1848), estos territorios se incorporaron a los Estados Unidos de América.
A pesar de ser una ciudad fronteriza separada de Tijuana por un muro, San Diego no tiene el ambiente festivo de Los Ángeles, situada a 180 kilómetros. Sin embargo, desde hace 55 años, se celebra allí una de las conmemoraciones más importantes para la comunidad mexicana y chicana. Se trata del nacimiento del Chicano Park, recuperado gracias a la lucha iniciada el 22 de abril de 1970, en el barrio Logan Heights, también conocido como Barrio Logan, hogar de una población mexicoamericana que representa más del 80 % de sus habitantes. Muchas de estas familias llegaron huyendo de la Revolución Mexicana.
Un parque que nació de la resistencia
Originalmente, la ciudad había prometido construir un parque bajo el puente que conecta San Diego con la Isla de Coronado. Sin embargo, cambió de opinión y comenzó las obras de una subestación de la patrulla de caminos. Gracias a que algunos vecinos alertaron al ver las excavadoras, la comunidad se movilizó. Ocuparon el terreno durante 12 días y lograron frenar el proyecto para construir, por ellos mismos y para ellos, el Chicano Park.
Como muchas otras personas, solemos viajar desde distintas ciudades del norte hacia Tijuana para acceder a servicios médicos de calidad a menor costo, hacer compras y disfrutar de su gastronomía. En ese trayecto, visitar el Chicano Park se ha vuelto un paso obligado para contemplar sus murales y respirar ese aire de libertad que el parque transmite.
En 1970, Ramón “Chunky” Sánchez, con apenas 19 años y estudiante de la Universidad Estatal de San Diego, se sumó a la defensa del parque. Primero participó como activista y después como músico, componiendo la emblemática canción «Chicano Park Samba». Fue parte de La Rondalla Amerindia de Aztlán y del grupo de Teatro Mestizo. Luego fundó Los Alacranes Mojados, con quienes grabó los discos Rolas de Aztlán y ¡Levántate Campesino!. En este último colaboró el grupo mexicano Los Mascarones.
Música y dignidad: la voz del “Chunky”
En 1973, Chunky viajó a la Ciudad de México, donde presenció el auge de la música de protesta latinoamericana en festivales organizados cinco años después de la represión del movimiento estudiantil de 1968. Inspirado por esa experiencia, editó el cancionero «Cantos Rebeldes de las Américas», una referencia clave para muchos grupos chicanos.
La Rondalla Amerindia de Aztlán participó en 1974 en la grabación de «No Nos Moverán», incluida en el álbum Gracias a la Vida / Here’s to Life de Joan Baez. Además, Ramón «Chunky» Sánchez fue un constante participante en movilizaciones campesinas lideradas por César Chávez. Así se convirtió en uno de los músicos más cercanos a su causa.
En 2013, recibió la beca National Heritage Fellowship, otorgada por el National Endowment for the Arts, en la Biblioteca del Congreso en Washington. A pesar de estar en silla de ruedas, pudo asistir al reconocimiento.
Ramón “Chunky” Sánchez falleció en 2016. Dos años después, el cineasta Paul Espinosa estrenó el documental «Singing Our Way to Freedom», que retrata su vida y legado. Fue proyectado en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara en marzo de 2019. También en el Centro Cultural Tijuana (CECUT) durante el Ciclo de Cine Chicano en octubre del mismo año.
Chunky solía decir:
“¿Qué es el Chicano? Chicano no es necesariamente alguien que nació en un lugar determinado, sino que es un estado de ánimo, un estado del corazón y del entendimiento”.

Chicano Park Samba
Ramón “Chunky” Sánchez
En el año de 1970, en la ciudad de San Diego, bajo el puente de Coronado, había un pequeño terreno que la comunidad de Logan Heights quería convertir en un parque. Un parque donde todos los chavalitos pudieran jugar para no tener que jugar en la calle y ser atropellados. Uno donde todos los viejitos pudieran venir y simplemente sentarse a ver la puesta de sol por la tarde. Un parque donde todas las familias pudieran venir a reunirse un domingo por la tarde y celebrar el espíritu de la vida. Pero la ciudad de San Diego dijo: «Chale. Vamos a construir una subestación de la patrulla de carreteras aquí».
Así que el 22 de abril de 1970
la raza de Logan Heights
y otras comunidades chicanas de San Diego
se unieron,
y se organizaron,
y caminaron por el terreno,
y lo tomaron con sus picos y sus palas,
y comenzaron a construir su parque.
Hoy, ese pequeño terreno bajo el Puente de Coronado
es conocido por todos como el Parque Chicano.
¡Órale!
Todo comenzó en 1970,
bajo el Puente de Coronado,
en mi barrio, en San Diego,
donde mi gente comenzó a luchar
por el Parque Chicano, por el Parque Chicano.
bajo el puente, bajo el puente, bajo el puente.
Seguiremos viviendo, hermano mío.
Seguiremos luchando, amigo mío,
por el Parque Chicano,
bajo el puente.
¡Raza!
¡Que vivan, que vivan!
Los barrios unidos
(Traducción Fernando Morán)