Por Boris Berenzon Gorn (*)
La música, como expresión artística, trasciende el mero deleite auditivo; se inserta en un contexto cultural y emocional que moldea sus significados. Para captar su complejidad y profundidad, es esencial considerar tres conceptos fundamentales: interpretación, hermenéutica y heurística.
Considerar estos conceptos es fundamental para apreciar la música en toda su riqueza y complejidad. Desentrañar las múltiples capas de significado que cada obra posee enriquece nuestra experiencia como oyentes.
Así, cada melodía se convierte en una invitación a explorar, descubrir y conectar con lo más profundo de nuestras emociones y culturas. ¡Adentrémonos en este viaje sonoro y dejemos que la música nos hable!
Cada oyente ofrece una perspectiva única
La interpretación alude al acto de descifrar y dar sentido a una obra musical, teniendo en cuenta elementos como la técnica, el estilo y la intención del compositor.
Cada oyente ofrece una perspectiva única, influenciada por sus propias vivencias y emociones. La hermenéutica, por su parte, es el estudio de la interpretación de textos y obras de arte. En el ámbito musical, implica analizar cómo se construyen y comunican los significados.
La experiencia tanto del intérprete como del oyente es un proceso profundamente subjetivo; cada individuo aporta sus emociones, recuerdos y contextos, transformando la apreciación musical en una vivencia singular.
¿Sabes lo que la música dice?
Este breve texto pretende mostrar no solo lo que la música dice, sino también cómo se relaciona con su contexto cultural e histórico y la experiencia del oyente.
La heurística, en este sentido, se refiere a las estrategias y métodos utilizados para descubrir y aprender. En el ámbito musical, incluye técnicas de análisis y escucha que permiten a los oyentes explorar y comprender mejor las complejidades de una pieza, favoreciendo un aprendizaje activo y profundo.
La combinación de estos enfoques enriquece la apreciación de la obra musical y su impacto en la sociedad.
El oyente aporta un conjunto único de experiencias
Cada oyente aporta un conjunto único de experiencias, emociones y recuerdos que influyen en su percepción musical. Imaginemos una balada de amor: puede resonar de manera diferente para alguien que está enamorado, en comparación con alguien que ha sufrido una ruptura.
Este vínculo personal convierte a la música en una experiencia íntima y emocional, capaz de evocar respuestas profundas.
La heurística desempeña un papel crucial en este proceso, refiriéndose a las estrategias cognitivas que utilizamos para interpretar y comprender la música, desde identificar patrones melódicos hasta asociar letras con experiencias personales y conectar una canción con su contexto cultural.
A medida que escuchamos y reflexionamos sobre una obra, aplicamos principios heurísticos que nos ayudan a formular nuestras propias comprensiones.
La hermenéutica, en contraste, nos permite contextualizar esa experiencia personal dentro de un marco más amplio. Analizar la historia detrás de una canción y sus influencias culturales proporciona una comprensión más rica, ayudando a los oyentes a apreciar no solo la música en sí, sino también la narrativa social que la rodea.
La música comparte similitudes con la lengua hablada
La música, a menudo considerada un lenguaje universal, comparte similitudes con la lengua hablada. Así como las palabras pueden transmitir emociones y conceptos, la música utiliza notas, ritmos y melodías para comunicar sentimientos y narrativas.
Esta relación entre música y lenguaje se manifiesta en cómo las letras funcionan como un texto que puede ser analizado e interpretado.
El lenguaje musical posee su propia gramática, que incluye elementos como la armonía, la melodía y el ritmo, permitiendo una descomposición similar a la de las oraciones en un idioma.
Alta cultura y cultura popular coexisten y se enriquecen
Es un error concebir la alta cultura y la cultura popular como entidades mutuamente excluyentes. Ambas coexisten y se enriquecen mutuamente, ofreciendo formas de comprensión y disfrute de la música.
La alta cultura, representada por la música clásica, refleja la complejidad musical; sin embargo, géneros como el jazz, el rock y el hip-hop poseen su propia profundidad y sofisticación.
Valorar únicamente la alta cultura conlleva el riesgo de desestimar la riqueza de expresiones musicales más accesibles, que reflejan las vivencias de amplios sectores de la población.
La música popular conecta con experiencias cotidianas, ofreciendo un espacio donde se entrelazan historias de amor, lucha y esperanza.
Música sacra
La música sacra, en particular, ejemplifica cómo la interpretación y la hermenéutica se entrelazan con la espiritualidad y la tradición. Composiciones como el “Gloria” de Vivaldi o los cantos gregorianos no solo buscan elevar el espíritu, sino que también invitan a una reflexión profunda sobre la fe y la comunidad.
La interpretación de estas obras puede variar según la vivencia personal y el contexto cultural del oyente, creando un espacio donde lo divino y lo humano se encuentran. Así, la música religiosa se convierte en un vehículo poderoso para expresar emociones profundas y conectar con la trascendencia, reflejando la historia y la identidad de quienes la interpretan y escuchan.
Sones como “La Bamba” celebran la identidad cultural y alegría del pueblo
En la música hispanoamericana, estos conceptos se manifiestan con claridad. Sones como “La Bamba” celebran la identidad cultural y la alegría del pueblo, con interpretaciones que pueden ir desde la festividad hasta la reflexión sobre la identidad.
“Cielito Lindo” evoca sentimientos de belleza y amor, mientras que la música de los mariachis resalta la celebración de la vida y las tradiciones.
La heurística permite desentrañar estos significados al aplicar nuestro conocimiento y experiencias al escuchar, creando conexiones que enriquecen nuestra comprensión.
La música de contemporáneos aborda identidad y crítica social
Canciones de artistas contemporáneos como Natalia Lafourcade o Café Tacvba abordan la identidad y la crítica social, explorando temas relevantes de actualidad.
La interpretación, la hermenéutica y la heurística también juegan un papel concluyente en la música. Bandas como The Beatles y The Rolling Stones, emblemáticas de la contracultura de los años 60, abordan temas de amor y cambio social.
Artistas como Bob Marley y Beyoncé utilizan su música para transmitir mensajes de unidad y resistencia, generando conversación sobre cuestiones sociales.
El concepto de inconsciente colectivo, desarrollado por Carl G. Jung, resulta fundamental para entender cómo la música puede resonar a niveles profundos y compartidos.
Este inconsciente contiene experiencias, símbolos y arquetipos comunes que trascienden las diferencias individuales y culturales. La música actúa como un vehículo que evoca estos elementos compartidos, permitiendo conexiones a través de emociones y significados a menudo inconscientes.
Melodías o ritmos pueden evocar respuestas emocionales
Ciertas melodías o ritmos pueden evocar respuestas emocionales universales, como la nostalgia o la alegría, arraigadas en este inconsciente colectivo. Canciones que abordan temas de amor, pérdida o resistencia resuenan con diversas audiencias, tocando experiencias humanas fundamentales.
Así, la música no solo refleja el contexto cultural, sino que también puede activar el inconsciente colectivo, creando un sentido de pertenencia y conexión entre los oyentes.
En el lenguaje cotidiano, se crean acrónimos para describir situaciones que poseen características propias de otra cosa. Por ejemplo, una canción que genera un gran impacto emocional puede ser denominada HIM (Himno Emocional), resaltando su capacidad de conectar con las experiencias personales de los oyentes.
Esta tendencia ilustra cómo la música se integra en nuestra comunicación diaria, estableciendo un puente entre el arte y el lenguaje cotidiano.
La música tiene el poder de unir comunidades
Es importante considerar la dualidad entre lo individual y lo colectivo en la experiencia musical. La música puede ser profundamente personal, pero también tiene el poder de unir comunidades, convirtiéndose en un vehículo para la nostalgia y el sentido de pertenencia.
La estructura lingüística de la música la convierte en un medio potente para la expresión y la comunicación.
La música comunica emociones y narrativas. Dado que la interpretación personal se basa en experiencias individuales, cada oyente vive la música de manera única.
Estimado lector: ¿ha pensado al escuchar música cómo definirla?
Reflexionemos sobre nuestras propias vivencias al escuchar música y compartamos estas interpretaciones para enriquecer nuestra conexión con los demás.
La hermenéutica nos ayuda a contextualizar las obras en su entorno cultural e histórico, mientras que la heurística nos invita a desarrollar estrategias de escucha que descubran nuevas capas de significado.
Así, cada una de estas propuestas nos invita a participar activamente en la experiencia musical, enriqueciendo nuestra conexión tanto con la música como con quienes nos rodean.
Y usted, estimado lector, ¿ha escuchado alguna vez una “canción de desamor” y se ha preguntado si debería ser llamada “HIM” u “HOLA, ¿MUNDO”? ¿O quizás desearía que su playlist de fiesta tuviera su propio acrónimo? ¡La creatividad no tiene límites!
(*) Escritor, ensayista, historiador, colaborador de El Sol de México. Interesado en el estudio del así llamado mundo digital, la divulgación de la historia, el psicoanálisis y la cultura. Vive en la periferia por convicción y es amante de la música mexicana.