Este 24 de agosto se cumplieron 4 años de la ejecución extrajudicial de Tomás José Martínez Pinacho, luchador social, dirigente del Frente Popular Revolucionario (FPR), defensor de los derechos humanos y del medio ambiente. Este crimen de Estado ha pasado por las manos de dos titulares de la Fiscalía de Justicia del Estado, dos gobernadores, y la justicia total no llega.
Impunidad en el caso Tomás Martínez
A pesar de que la Cámara de Diputados del Estado de Oaxaca, a finales de 2020, exhortó al gobierno federal y a la Fiscalía General de la República (FGR) a atraer este caso, ni la FGR ni el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quisieron abordar el tema, contribuyendo así a la impunidad en que todavía se encuentra.
Se sabe que quienes acribillaron aquella tarde a Tomás formaban parte de una banda de criminales compuesta por sicarios profesionales que entraban y salían de las cárceles. No actuaron por cuenta propia, los contrataron. El gobierno municipal y estatal de ese entonces estaba perfectamente enterado de esto, si no es que fueron parte de la planeación del crimen.
Cambios políticos y continuidades en la impunidad
En 2020, cuando asesinaron a Don Tomás, como era popularmente conocido en su municipio natal, Miahuatlán de Porfirio Díaz, el presidente municipal era Genaro Hernández Jiménez, priísta en ese entonces. Ahora, el gobernador Salomón Jara Cruz lo convirtió en morenista y trabaja bajo sus órdenes.
El gobernador del estado en esa época era Alejandro Murat Hinojosa, entonces priísta, quien también fue reclutado por MORENA gracias a Claudia Sheinbaum Pardo, quien le garantizó impunidad y una senaduría plurinominal a cambio de los votos del priísmo oaxaqueño.
Crímenes transexenales y justicia a medias
Así es como la impunidad y los crímenes de Estado, como el de Tomás Martínez, el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Nochixtlán, entre otros, se vuelven transexenales.
Como dijo la diputada local electa y defensora de derechos humanos, maestra Analy Peral Vivar, en el acto de conmemoración del 4° aniversario luctuoso de Tomás Martínez, organizado este fin de semana por la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca: «Hasta ahora sabemos la mitad de lo que sucedió».
Las investigaciones han llevado a la sentencia de tres de los autores materiales, dos de ellos con 30 años y uno con 58 años de cárcel. Hace falta saber quiénes dieron la orden para que se cometiera este crimen; hace falta que se investigue a estos autores intelectuales y que vayan a la cárcel. La justicia a medias no es justicia.
El asesinato de Tomás Martínez: un crimen político
La necesidad de que se haga justicia en este caso no es un mero capricho; es para evitar que un crimen de carácter político como éste se repita. Es para proteger a otros dirigentes sociales y defensores de la tierra y el territorio; es para que la familia y los compañeros de Tomás no sigan viviendo en la zozobra.
Porque el asesinato de Don Tomás fue un crimen político; lo ejecutaron por organizar a los pueblos contra la megaminería en el Frente Regional de la Sierra Sur en defensa del territorio, los recursos naturales y por la autodeterminación de los pueblos indígenas que él promovió; por movilizar a los padres de familia en apoyo a la Sección 22 en defensa de la educación pública.
La lucha de Tomás continúa
El objetivo de los criminales fue truncar los más de 30 años de lucha popular en la Sierra Sur de Oaxaca, pero sobre todo, regar la sangre de Tomás como una afrenta a los revolucionarios y luchadores por el socialismo, que se organizan en el FPR y en el Partido Comunista de México (marxista-leninista).
Sin embargo, las miles de banderas rojas con la hoz, el martillo y la estrella que ondearon en las calles de Oaxaca y Miahuatlán de Porfirio Díaz este fin de semana, y las múltiples voces de solidaridad que se difundieron por diversos medios, demuestran que los objetivos de este crimen no se van a cumplir.
Las banderas de justicia y la defensa de los derechos humanos forman parte de las banderas que debemos ondear en los senderos de nuestra lucha de clases.