Por Luis Carlos Rodríguez
Hace algunos años un viejo “coyote” hidalguense dedicado al trasiego de migrantes a la frontera norte me platicó un fenómeno que empezaba a darse en algunas regiones de la frontera de Sonora con Arizona: La venta de parcelas o rutas para el tráfico de personas por parte de algunos cárteles.
Así que lo denunciado hace algunos días por activistas en Tijuana en el sentido de que el crimen organizado, obviamente coludidos con agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), ya se apoderó del muro fronterizo para controlar y cobrar por el tráfico de migrantes, no es una sorpresa.
En todo caso, lo sorpresivo es que la militarización del Instituto Nacional de Migración, con la mayoría de sus delegados emanados del Ejército o de la Marina, no sólo no haya frenado, evitado o erradicado esta corrupción, como se prometió en el discurso presidencial.
Por el contrario, creció de algunas rutas o parcelas de la frontera a prácticamente los 3 mil 152 kilómetros que separan ambos países.
Lo incomprensible es que más de 30 mil elementos de la Guardia Nacional, destinados a labores de contención de migrantes, un porcentaje importante de ellos están encargados de vigilar el muro fronterizo, no hayan logrado detectar o detener esta venta, este remate del corredor migratorio.
Los hemos visto como corretean y detienen migrantes en el muro que separa a Ciudad Juárez con El Paso. Pero, paradójicamente, no han detenido a ningún traficante dedicado a este millonario negocio de rentar, vender territorios o cobrar el derecho de piso a los extranjeros.
De acuerdo con los activistas bajacalifornianos, los “coyotes” o traficantes deben pagar el derecho de piso a lo largo del muro a grupos de la delincuencia organizada por cantidades que rondan los mil dólares por persona. Ello, al margen de sus “honorarios” por trasladarlos desde Tapachula o desde cualquier otro estado a su destino final en Estados Unidos.
Negocio millonario que incluye que las listas donde autoridades migratorias mexicanas inscriben a cientos de personas en busca de asilo para que puedan ingresar por las puertas del muro fronterizo están siendo palomeadas por los criminales para ver que los seleccionados hayan pagado la cuota correspondiente.
Son varios cárteles los que controlan este tráfico de personas, de drogas desde Tijuana hasta Reynosa. Lo que me platicó el viejo “coyote” como una práctica que inició hace una década, hoy es uno de los negocios más redituables del crimen, todo ello derivado de la política de militarización, persecución y detención de extranjeros. Tal Cual.