Generaron belleza en vida, realizaron titánicas travesías para crear y dejar un legado de patrimonio cultural memorable y, de la noche a la mañana, se esfumaron misteriosamente. Así, pues, hoy hablaremos de las desapariciones extraordinarias de los músicos de jazz Hilario Sánchez del Carpio y Freddy Guzmán El Güero Balín.
Tras sus desapariciones extraordinarias, el olvido y la indiferencia total amenazaban con borrarlos de nuestra memoria, de no ser por el documental Hilario, Músico Extraviado (2009) del cineasta Roberto Bolado y Canal 22, los testimonios de varios músicos y sus familias, y los periodistas expertos del género, Antonio Malacara y Alain Derbez.
Asimismo, la cercana amistad que me une a Bolado me ha permitido conocer la historia del jazz no datado que tanto emociona al también director de El rostro oculto de Villa (2004). De cierta manera, a través de su pasión y con acciones pequeñas, orbité en derredor de la creación de otro notable documental suyo. En Notas de una vida, 100 años del jazz en México, Roberto Bolado recupera la historia del género en nuestro país. Así pude saber más sobre algunas historias. Incluso conocí pasajes de la película que no quedaron en la entrega final, además de pormenores de ambas desapariciones extraordinarias.
Músico extraviado
Hilario Sánchez del Carpio fue un músico multi instrumentista, compositor y arreglista. Nació en 1939 en el pueblo chiapaneco de Bochil (del tsotsil: Boch, chil = Jícara, grillos, o sea, “Jícara de grillos”). Fue un jazzista que entregó su vida entera a la música sin importar la escasez económica, porque el arte sonoro proveía abundancia en su corazón.
Marimbista desde los cuatro años, Hilario estudió también piano, percusión y trompeta. Cursó un año en la Escuela Superior de Música. En 1962 se integró a un octeto musical con el cual se presentó en conciertos en Francia, Marruecos, Suiza, Italia, Mali y Senegal. Tras esa gira, en 1964 volvió a Francia, donde se inició como pianista de jazz, presentándose con Bill Coleman, el violinista Stéphane Grappelli o el contrabajista Red Mitchell. Posteriormente se unió con su esposa, Micky Micheline Chantin, en mancuerna musical y amorosa, en el emblemático dueto de Hilario y Micky.
Músico inquieto y celebrado en diversos países, en Cuba firmó un contrato como compositor de música para teatro. Al lado de su compañera, grabó Jazzteca, disco producido por Roberto Morales en 1966.
Hacia 1973 grabó Vibraphonie, LP comisionado por la radio y televisión francesa. En 1979 compuso el ballet “Eréndira”, inspirado en el cuento de Gabriel García Márquez La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada. En 1991 se presentó su obra “para ochenta músicos” con la Banda Sinfónica del Conservatorio Nacional de México.
Compuso música de cámara (“Dodecaforítmica”, “Amor al arte”, “Danza en Peyotepec”, “Máscaras mexicanas”, “Chiapas cantábile”, “Paseo a lo largo de un río” y “México Mezzo Picante”). Como “Pioneros del Jazz”, Hilario y Micky recibieron un homenaje en el Palacio de Bellas Artes en 2005. Un par de sus obras para orquesta fueron interpretadas por la Orquesta Sinfónica Nacional.
La pérdida de Micky
Tras la muerte de Micky, su compañera de vida, en 2007, Hilario cayó en extrema melancolía. Para revitalizarse, consiguió trabajo en la Posada Real San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. En ese hotel contribuía con su música a cambio de hospedaje y alimentación. En el documental Hilario Músico Extraviado se puede ver al artista contento, tocando de manera resiliente con una pequeña marimba y bailando junto a la dueña del sitio, escenas que nos permiten observar de manera cercana sus últimos días en aquel lugar, donde lucía cómodo.
Pero, el 28 de enero de 2008, Hilario no salió de su habitación para ir al escenario, como era su costumbre. A la dueña del Posada Real le pareció extraño y pidió buscarlo. Sus pertenencias, ropa, documentos, instrumentos e incluso su trompeta (que nunca dejaba ni para dormir), estaban en su cuarto. El contenido de una aparente carta póstuma es lo último que se supo de Hilario.
Teorías de la desaparición
Las teorías remiten a un supuesto suicidio, pero eso no resulta congruente, pues una persona deprimida que pretenda acabar con su vida no se operaría de la próstata para asegurar su salud. Su urólogo tratante declaró que la recuperación del músico fue tan rápida, que al tercer día Hilario ya tocaba el piano como de costumbre en aquel lugar.
En el documental se plantean diversas irregularidades y circunstancias extrañas; por ejemplo, la forma en que las encargadas del hotel entregaron sus pertenencias, o la ausencia de acción de las autoridades del Estado de Chiapas. Familiares y amigos interpusieron la denuncia de su desaparición, pero la autoridad no investigó y los carteles de búsqueda fueron arrancados de postes y paredes del pueblo. En el hotel no permitieron entrevistas con el personal que laboraba y convivía con el artista. Incluso una leyenda cuenta que el gobernador chiapaneco Juan Sabines no quiso conceder entrevista sobre el caso. Santiago Aguirre, abogado de derechos humanos, dice en el documental Hilario Músico Extraviado:
Cuando las autoridades estatales no investigan un acto de desaparición y no pueden determinar cuál es el paradero de la persona desaparecida, esa incertidumbre en la que quedan los hechos puede equipararse a la tortura y a los tratos crueles en perjuicio de los familiares (…) El agravio hacia los familiares en esta situación es tan fuerte que se lastima su integridad psicoemocional, y esto constituye una violación a los derechos humanos.
Hilario no ha sido encontrado. Otra teoría, la que se basa en su desaparición voluntaria a causa de la ausencia de su esposa, prevalece en el inconsciente colectivo del pequeño grupo de personas no tan cercanas al dueto, pero asiduas al jazz que procuran hoy por hoy difundir su música.

Ni rastro de “El Güero Balín”
Otra historia que me atrajo en su momento fue la desaparición de Freddy Guzmán, apodado El Güero Balín, de quien existe muy poca información. Oriundo de Acapulco, Guerrero, fue un trompetista prodigioso y muy activo en diferentes bandas de jazz, festivales nacionales e internacionales. También fue ganador del Segundo Festival de Jazz en México.
Se presentó en el Primer Recital de Jazz 1962 en el Palacio de Bellas Artes. Freddy Guzmán estaba contratado como músico de RCA Víctor. Además, hacía múltiples actuaciones en el Hotel Riguz en la Ciudad de México. Ahí se presentaba como “revelación del jazz”, en sustitución del legendario Tino Contreras, quien había salido a una gira por Europa.
Tan pronto hizo dinero, Freddy puso un bar en Acapulco. Ahí actuaba con diversos músicos y generó una corriente jazzística importante que propició para los artistas una buena derrama económica y un público asiduo a este género musical.
“Se lo llevaron los mafiosos“
Debido a lo meteórico de su carrera, muy poco se sabe sobre su desaparición, su vida y obra. El fuerte recuerdo entre quienes lo conocieron y lo bautizaron como El Güero Balín dejó al menos la posibilidad de datar su existencia e importancia.
En una llamada telefónica con uno de los grandes protagonistas del jazz de la misma época, el contrabajista y catedrático de la Licenciatura de Jazz de la Escuela Superior de Música, el maestro Enrique Valadez, de 82 años, conocí la historia de la desaparición del trompetista Freddy Guzmán la cual cito como me la expuso, de manera textual:
“A Freddy se lo llevaron los mafiosos y lo dejaron caer desde un helicóptero al mar, con un bloque de cemento en los pies”.
Luis Ángel Silva, alias Melón (del dúo de Lobo y Melón), recordó que en 2005 conoció primero al hermano de Freddy, el pianista Willie Guzmán, en Ciudad Juárez, Chihuahua, “miembro de una de las dinastías de músicos que pude admirar en esa querida frontera”. A Freddy lo bautizaría como El Memelas “porque usaba unos zapatos parecidos a ese antojito muy nuestro. Al mudarse a nuestra capital, a Freddy le cambiaron el mote por Güero Balí (sic)”.
Nadie sabe, nadie supo
No existe fecha precisa de la desaparición de Freddy Guzmán en Acapulco. Se dice que fue a finales de los años setenta. Indagando entre el documental Notas de una vida y con algunos músicos de jazz que conocen la historia, conocí diferentes teorías (ver plática de Bolado en Chihuahua, liga: https://youtu.be/r6Du9Zc8j94).
La noche de su desaparición, Freddy no regresó a tocar al bar. Tampoco se le vio esa tarde y se desconoce si su ausencia sucedió el día en que ya no se presentó a su negocio o la noche anterior. En la búsqueda (la cual no fue oficializada), encontraron en el océano su diente de oro, un anillo y algunos objetos ligados a Freddy.
Aunque lo recuerdan como buena persona y buen músico, tenía aficiones que lo colocaban cerca del lado oscuro de las relaciones que te pueden llevar del arte a los excesos. Como gustaba de la fiesta, del alcohol y de los “polvos mágicos”, era un consumidor colosal de cocaína que él mismo compartía, vendía o distribuía entre conocidos. Se dice que consumía más de lo que podía pagar o mercar. Incluso se desconoce si su bar era un negocio propio o él fungía como prestanombres de mafiosos.
Alguien contó la historia de que su cuerpo yacía en el fondo del mar. Esa versión corrió como un creciente rumor entre toda la comunidad artística, como moraleja para muchos asiduos a los estupefacientes.
Sin embargo, hay otra teoría. Cuentan que, como su bar estaba en pleno Océano Pacífico y simulaba un barco, Freddy cayó por la noche al agua y se ahogó. Eso deja abierta la posibilidad de un accidente. No faltaron quienes elucubraron que probablemente fue secuestrado porque era ostentoso y, al enterarse sus captores que realmente no era un magnate de Acapulco, lo ultimaron y lo dejaron caer en mar abierto, donde habría sido devorado por tiburones.
#JusticiaParaJumayJony
Aquí concluye mi tercera y última entrega de la tríada “Desapariciones Extraordinarias”. Debo expresar a mis lectores que fue doloroso el proceso de profundizar en los misterios de Hilario y Freddy, jazzistas cuya historia final pensé que me podría dar un poco de remanso y distracción, al tiempo que esperaba que se hallara con vida mi amigo Juan Martín alias Jumá Son Oro.
Lamentablemente, tal como también me tocó informarlo para Amexi, Juan Martín fue encontrado sin vida y tras este hallazgo, miles de interrogantes e injusticias han surgido en torno al proceso de esclarecimiento de sus últimos días.
Es también lamentable la desaparición e incomunicación de su hijo, Jony, quien ha sufrido la construcción de falso culpable. A consecuencia de una investigación cuyo protocolo ha sido poco ortodoxo, se encuentra privado de su libertad en el Reclusorio Norte. Jony ha sufrido, además, una vil campaña de odio en redes sociales, orquestada por personas que decían protegerlo. Los múltiples perfiles falsos que compartieron supuestas fotos de la investigación a diestra, pero, sobre todo, siniestramente, coartaron su derecho a la presunción de inocencia.
Una suma de arbitrariedades ha dejado al vástago de Jumá en la indefensión, también a los familiares más cercanos. Sin explicación expedita sobre los sucesos, se les niega la posibilidad de reconocer y reclamar el cuerpo de Jumá Son de Oro. Esto se agrega al daño colateral e incluso a la tortura psicológica a la familia y a sus amigos directos. A la fecha no han tenido remanso en esta historia desoladora y turbia que parece salida de una novela de Víctor Hugo, pero sin un Vidocq.
Sin embargo, no todo está perdido. Existen personas de luz que hacen contrapeso a toda penumbra, pues buscan genuinamente, como la activista Mary Sainz. Son quienes acompañan con verdad y generan esperanza. Y luego de manifestar, en esta coda de “Un guijarro en mi bota”, que el tema me quiebra por obvias razones, me llena de indignación y que no volveré a hablar al respecto de manera pública, aprovecho esta tribuna para clamar #JusticiaParaJumayJony.
Lee: Desapariciones extraordinarias (I)
Lee: Desapariciones extraordinarias (II)