A sus 76 veranos, la mercurial Stevie Nicks lució en forma durante la velada del pasado 30 de enero en el Fire Aid LA, a beneficio de los damnificados por los incendios de Los Ángeles, California. Nicks cantó tres piezas suyas, una dedicada a los bomberos que salvaron su casa de madera en Santa Mónica, demostrando que el título de “Monarca reinante del rock” lo ganó a pulso. Destacando sobre la icónica Joni Mitchell, esa noche asombró a sus nietas putativas y alumnas Billie Eilish, Lady Gaga, Katy Perry, Pink y Olivia Rodrigo.
Compositora desde niña, la oriunda de Arizona despegó a la fama en 1975 con el quinteto pop rock Fleetwood Mac, como cuenta en sus memorias el fundador y baterista inglés de la banda, Mick Fleetwood. (Ver la actuación de la guapa Stevie Nicks en el Kia Forum de LA, con “Stand Back”, “Landslide” y “Edge of 17” en este enlace).
Sucedió en Los Ángeles.
Cuando en noviembre de 1974 el baterista inglés Mick Fleetwood se hallaba de gira en el distrito Van Nuys del Valle de San Fernando, buscando sitios para grabar con su banda de blues Fleetwood Mac, conoció a la mujer que al año siguiente sería entronada como “La monarca reinante del rock”:
“Yo pensé que la guitarra [de Lindsay Buckingham] sonaba grandiosa, pero mi atención había quedado atrapada por lo que vi a través del grueso cristal que separaba los dos estudios de grabación en Sound City. Era una chava ensayando cánticos en el estudio contiguo. Se tocaba una cinta de piano y alcancé a escuchar que ella se dirigía al ingeniero para pedirle algunos sonidos de aves en cierto momento para la mezcla de la canción que elaboraban. Incluso recuerdo cómo se vestía: una falda hindú de algodón y una blusita muy bonita. De hecho, era una de las chamacas más adorables y atractivas que había visto, pero de algún modo mantuve la calma al tiempo que preguntaba a Keith Olsen: ‘¿Quién es esa chica tan guapa?’”.
“Stevie Nicks”, respondió Olsen, productor de Fleetwood Mac y demás conjuntos de la escena californiana, como Carlos Santana y Grateful Dead.
Stephanie Lynn “Stevie” Nicks tenía 26 años entonces (había nacido en Phoenix, Arizona, el 26 de mayo de 1948), uno menos que Mick Fleetwood, quien relata en su biografía Fleetwood: The Life and Adventures in Fleetwood Mac (Avon Books, NY. 1990), con Stephen Davis:
“En honor a la verdad, ni Stevie ni [su novio] Lindsay estaban eufóricos de entrar a la banda… Pero los Buckingham Nicks disfrutaron como dúo un empujón final cuando apenas se habían unido a Fleetwood Mac, recibiendo desde Birmingham, Alabama, un telefonazo para estelarizar una tocada… Tomamos el vuelo a Alabama con otros tres músicos ¡y descubrimos que los Buckingham Nicks habían vendido las seis mil butacas del salón!”.
La pareja entre Stevie Nicks y su galán guitarrista Lindsay Buckingham se adaptó al quinteto de Mick Fleetwood, integrado además por el matrimonio de la compositora y pianista Christine McVie (Anne Christine Perfect, fallecida el 30 de noviembre de 2022) con el bajista John McVie.
“Nadie había visto a Stevie y Christine antes, fuera de Alabama. Pensé que sería un buen punto de arranque para preparar la salida de nuestro primer disco… Así, desafiando cualquier consejo y contra todo el sentido común, los nuevos Fleetwood Mac comenzaron su carrera como una banda de giras el 15 de mayo de 1975 en El Paso, Texas… Ensayamos a fondo y yo sentí que sonábamos y lucíamos fenomenales para el mero comienzo. Stevie ajustó sus apretados jeans y blusas ligeras, para asumir de inmediato su papel como la sensual gitanilla y bailarina de Fleetwood Mac…”.

Prolongadas giras fortalecieron el arte musical del quinteto, logrando un éxito tremendo, si bien la fama dio al traste con la relación entre Stevie Nicks y su novio californiano Lindsay Buckingham, quien antes controlaba al dúo. Cinco años más tarde, durante un concierto, ocurrió la debacle:
“A mediados de marzo, volamos a Nueva Zelanda para tocar frente a 60 mil fans en Auckland… Lindsay le entró a la botella de viejo escocés un poco demasiado fuerte antes del concierto y a la mitad de la presentación ya ondulaba como una cuerda de guitarra afinada hasta diez octavas arriba de lo normal. Primero noté que estaba fuera de tono. Después comenzó a payasear e imitar a Stevie mientras ella danzaba por todo el escenario. Entonces, cuando ella se encorvó eclipsando a Lindsay durante su acto en ‘Rhiannon’, él paró de tocar y se puso la chamarra en la cabeza en una grotesca pantomima de las poses de ella.
«En cierto momento, él perdió el control, tocando cualquier cosa menos ‘Rhiannon’, carcajeándose como un lunático. Entonces comenzó a darle patadas a Stevie, quien intentaba salvar el número. ¡60 mil personas estaban mirando! Lindsay buscaba darle puntapiés y Stevie se escabullía apenada, tratando de disimular el pasón que se traía Lindsay y para rescatarnos de morir por la vergüenza”.
Una vez en los vestidores del campo de rugby aquella noche maligna, Christine McVie abofeteó a Lindsay Buckingham en pleno rostro y le vació su vaso, advirtiéndole con gritos que nunca jamás se le ocurriera hacer lo mismo otra vez.
El último capítulo del libro de Mick Fleetwood, Comeback, reseña los pormenores tras Tango in the Night y… los blues del 7 de agosto de 1987:
“Nos reunimos en casa de Christine, donde desde que llegamos se sintió un ambiente hostil. Nadie quería enfrentar la humillación de haber cancelado esa gira, pero Lindsay deseaba tirar la toalla… Stevie se sintió devastada. Tomó las cosas personalmente. ‘No nos puedes hacer eso, ¿por qué lo haces?’, preguntó Stevie. Lindsay se disculpó: ‘Miren, lo siento, no puedo más, ¡le he dedicado 12 años de mi vida a esta banda! He hecho de todo, arreglé, produje, toqué guitarra, canté, sólo que ya no aguanto esta responsabilidad y no deseo hacerlo más’. Stevie secó sus lágrimas: ‘Lindsay –le dijo–, con esto acabas de romperme el pinche corazón’… ‘¡A la mierda! –Lindsay aulló– ¡Quiten a esta perra de mi camino! ¡Y váyanse todos al carajo!’… Lindsay se dirigió a su auto y Stevie salió corriendo detrás.
“Fue un momento terrible, pues pude darme cuenta de que, aún en su coraje, Stevie todavía amaba a Lindsay Buckingham y no deseaba que abandonara a Fleetwood Mac. Enseguida, todo se tornó físico. Lindsay zarandeó a Stevie, la cacheteó y la empujó contra el capó del coche. ¿Iría a golpearla nuevamente? Ya lo había hecho antes. Christine estaba furiosa… Él soltó un alarido: ‘¡Saquen a esta perra de mi vida! ¡Esta perra esquizofrénica!’… Se hizo un silencio. John McVie susurró a Lindsay: ‘Creo que mejor ya te vas ahorita’. ‘Son ustedes una bola de pinches bastardos’, dijo Lindsay y se retiró”.
“Escribí este pasaje tal como mi memoria lo permite, para explicar que Lindsay Buckingham no fue corrido de Fleetwood Mac. Él solito abandonó la banda”.

Gracias a las voces de Stevie y Christine, la banda Fleetwood Mac fue el equivalente femenino de Los Beatles. Originalmente, Mick Fleetwood pertenecía al grupo de blues de John Mayall, pero cuando en mayo de 1967 lo corrieron, decidió formar otra banda de blues. En 1975 cambió el concepto del nuevo Fleetwood Mac, gracias a la imagen sensual y talento de Stevie Nicks:
“¿Cómo era ella? Sufría frecuentes dolores de garganta y solía irse a un rincón, envuelta en su chal, con una taza de té, para escribir y dibujar. Dulce y a menudo muy simpática, era bastante agradable estar con ella. ¿Me rendí a sus pies así desde el principio? No lo sé, pero de inmediato nos sentimos almas gemelas. Había un lazo. Yo soy, digamos, una vieja reina del drama y ella también. Lo que más me gustó de ella fue el sentimiento de estar lo suficientemente a gusto como para ser tontos y estúpidos…
«En algún lugar de Texas, me quedé en el cuarto de Lindsay tras la presentación, fue la primera vez que nos dimos un toque y nos pasoneamos de hombre a hombre. De pronto, sin venir al caso, se volteó y dijo: ‘Oye, se trata de ti y de Stevie, ¿verdad?… No entendí. Le pregunté: ‘¿Qué onda quieres decir?’. Pero no me respondió. Eso meramente significaba que había algo entre yo y Stevie Nicks. El momento pasó y nunca más volvimos al tema”.
No todo fue miel y rosas para Stevie Nicks. Las críticas la mataban. A lo largo de una década con Fleetwood Mac, sufrió los excesos de la cocaína y, para cuidar su peso, evitaba comer. Pero aún estamos en noviembre de 1975:
“Yo sé que tuvo malos ratos e inclusive deseó dejar las giras y salirse de la banda. ‘Mike –me decía–, cuando entré al grupo no tenía ni idea de que sería como esto. Nadie me dijo ni yo sabía que Chris y yo dormiríamos en los amplificadores y en la parte de atrás de los camiones de carga. Pero voy a seguir adelante, no quiero que nadie me diga ‘Oh, ella no pudo aguantar, debe salirse ya’”.
“De inmediato se sintió mejor luego de que la canción “Over My Head” pegó en la lista de las diez mejores de Estados Unidos… Los coros de Stevie fueron un elemento crucial en el sonido del disco sencillo, así que el tiempo de la rola en la radio y las buenas ventas pronto invalidaron los golpes banales de la prensa. De hecho, como muchos artistas, estuvo preparada cuando la atraparon los blues de vida y convirtió la tristeza en algo creativo y hermoso. Tengo una imagen fuerte de ella en aquella primera gira, cuando se sentó para componer la letra de ‘Sisters of the Moon’ en su block de notas, trabajando en su escenario artístico algunas de las confusiones y la fragilidad que sentía en los días cuando comenzamos a ir en la carretera”.

Su álbum Fleetwood Mac recibió el disco de oro aquella Navidad. Los dioses les cobrarían el precio de la fama, los excesos de coca y de hash; aquel LP contiene el cañonazo que hoy es pieza clásica de Stevie Nicks: “Rhiannon” –por cierto, este Enano Feroz recientemente quedó sorprendido de que la cantara en vivo Jo D’Artiz, joven queretana alumna de la escuela Rock por la Palabra, fundada en CDMX por Memo Briseño (ver este enlace).
“Para el Bicentenario [de Estados Unidos] el 4 de julio de 1976, tocamos en el Tampa Stadium con The Eagles; ese toquín nunca lo olvidaré. Mientras observaba a la multitud que llenó el campo masivo y los puestos, divisé a cientos, miento, a miles de chicas vestidas exactamente como Stevie, con chifones oscuros de gasa y sombreros de copa. En cierto punto, cuando Lindsay abrió con la intro de guitarra para ’Rhiannon’, Stevie salió a entonarla y manifestó: “Esta es una pieza acerca de una bruja galesa”, aquellas chavas enloquecieron, oleando y cantando y entregándose ellas mismas a la música, a Stevie, y al espíritu de la antigua diosa celta…
“Pese a las privaciones, a los ejercicios de jiu-jitsu y a no haber tocado regularmente en meses, la banda sonaba grandiosa. La voz de Stevie estaba algo ronca; se había lastimado las cuerdas vocales sacando lo máximo de ’Rhiannon’ en años previos…
El segundo LP, Rumours, fue el disco más vendido en la historia de la industria. Finalmente, un casado Mick Fleetwood no resistió la tentación:
“Nuestro cariño se inició en LA, aún antes de nuestra gira por el Pacífico… en Australia floreció a romance de tiempo completo y cristalizó en Nueva Zelanda. Ya entrada la noche, tras un concierto, un chofer de Samoa en limusina nos condujo hacia una excursión entre montañas y crestados rodesianos al amanecer. Por un segundo salimos y caminamos en silencio, esperando que el Sol se alzara. Entonces surgió una neblina que se volvió llovizna, mojando nuestras pieles… De vuelta en su suite, le dije: ‘Creo que me gustaría quedarme aquí esta noche’”.
Cuando Fleetwood Mac sacó en 1982 el álbum Mirage, Stevie ya había sido reconocida como “The Reigning Queen of Rock & Roll” y su carrera solista la coronaría como una de las máximas estrellas del negocio musical.
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